5/21/2012

Movimiento




Había bailado durante cuatro horas, tenía el traje azul pegado al cuerpo pero no lo notaba, una capa de sudor me cubría completamente, aislándome del mundo exterior, del traje, del suelo y hasta del aire, y aún los músculos me obedecían. Y saltaba, más, más, más… saltaba dibujando figuras en el espacio de la sala. En esos momentos ya no podía parar, mi cuerpo se había hecho volátil en el esfuerzo supremo. Pirueteaba girando, girando de nuevo, deslizándome por el suelo, el dolor deja de ser una sensación, ahora sólo es una vaga sombra, la sombra de un recuerdo lejano perdido en el tiempo, porque ahora ya no existe el tiempo. Sólo existe ese cuerpo que has llevado a la elasticidad total, que no nota el cansancio, porque después de haber llorado de cansancio, después de estar detrás del cansancio, éste no tiene sentido, no significa nada concreto, es algo que padecen otros.

            Me habían dicho que esos momentos lo que rige los miembros es la voluntad, la fuerza irresistible de la mente. No lo creo, creo que has llegado a un universo de movimiento, has creado un universo de movimiento dentro de tu cuerpo, y no sientes que lo anima tu cuerpo, sino que éste se encuentra dentro de un torbellino de locura que le impulsa a seguir sin detenerse, porque detenerse tampoco tiene sentido en este universo. Vivo en este mundo cambiante, vivo en un río de aguas que fluctúan, soy parte del agua del río y de la flor que nace abriendo la tierra como una madre, soy parte del planeta que se mueve a cientos de kilómetros por segundo, soy el tornado que azota las chozas de un poblado perdido de África. He logrado incorporarme a este mundo de movimiento constante y embriagador, me siento realmente viva.    

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