8/31/2024

 


     

                            

                                                Var Al 

                                                                                                                                       

                                                                                                Para Var Al que hizo memorable este 2024 y para George Lukas que nos regaló otra galaxia donde habitar con nuestra imaginación. Tomo prestados sus conceptos, objetos y a la orden Jedi.





Mi padawan se hunde cada día un poco más en el lado oscuro y no puedo hacer nada. Ni siquiera puedo pedir ayuda a mis antiguos maestros.

Acude conmigo cada mañana al Consejo y se sitúa respetuosamente detrás. Nada en su conducta, en sus gestos hace sospechar aún a nadie

La mirada torva, la mirada muerta, los destellos negros… quizá sólo los he visto yo, quizás sólo me los ha dejado ver a mí… él y yo tenemos un secreto… un secreto que nos ata… en el silencio.

Un secreto que no quiero dejar que mis antiguos maestros lean en mi mente o en la suya.


A veces dudo de si es consciente de la transformación que se está produciendo dentro de él, si la desea, si la ha buscado… o no. No me es fácil ahora saber lo que piensa.


He probado a practicar la meditación juntos, mucho más tiempo, usar la Fuerza cada vez que estamos solos, cada vez que le toco, en todos los ejercicios, agotarlo con misiones en las fronteras de La República, pero nada parece funcionar


El intuye mis esfuerzos, pero los dos fingimos que no está ocurriendo. Lo hemos vetado de la conversación, es como un gran monstruo que ignoramos pero que sabemos que acecha en la oscuridad de la habitación.

Temo que enfrentarlo puede hacerle ahondar más, que si ahora sólo es curiosidad o rebeldía, exponerlo, hablarle crudamente, que sepa que conozco lo que ocurre, hará que se abra un abismo entre nosotros y entonces me será ya imposible llegar hasta él, mostrarle caminos… Pero se me agotan las ideas y las fuerzas

Cuando me toca intento que perciba la Fuerza blanca a través de mi piel, intento que llegue hasta él, hasta su centro, a veces ha reaccionado bien, serenándose, aceptándola, pero otras veces parece que hubiera recibido una descarga, noto como un impacto que le lanza hacia atrás, noto el sudor que aparece mientras su respiración se entrecorta, noto la tensión de que no puede soportarlo, y sigo queriendo pensar que está luchando, que no quiere entregarse. La Fuerza es poderosa en él, por eso mismo el lado oscuro le tienta. La Fuerza se engrandece en él, le inunda y a la vez, él le sirve como catalizador, como un vórtice. Var Al parece multiplicar la Fuerza que recibe al devolverla, ha tenido que aprender a contenerse en las luchas, en el entrenamiento con la espada láser, porque su capacidad, su destreza, su resistencia son asombrosas no sólo para un padawan. El lado oscuro de la Fuerza lo ha descubierto y lo quiere para sí… quiere su potencial y no escatimará en argucias para tentarlo, ¿cómo no pude presentirlo, preverlo, estar preparada?



En este tiempo también ha desarrollado dos personalidades contrapuestas, una amable y dulce, seguida a veces sin separación, de otra oscura, extraña, muda y lejana.




Para un jedi el amor está prohibido, la posesión está prohibida, la preferencia está prohibida. El sexo no, el sexo se considera algo innato, biológico, natural… se puede desear o no, se puede tener o no… es una decisión personal.

Pero se considera terriblemente incorrecto y una falta muy grave que suceda entre maestro y alumno.

Y ocurrió… de una forma natural, como si fuera una charla más, un ejercicio más, sin ningún tipo de inhibición…

Estábamos sentados uno frente al otro, con los ojos vendados, pasando las manos cerca de nuestras caras, la Fuerza nos permitía percibir los rasgos del otro, simplemente acercando los dedos y dejando que recorrieran el rostro apenas con un centímetro de separación… pero sus dedos llegaron a mi cara… y no lo evité. No quería evitarlo.

La práctica se convirtió en una caricia larga, creciente … no sólo de sus dedos, podía percibir cómo la Fuerza transmigraba entre los dos. Se acercó a besarme y yo tomé sus manos llevándolas bajo mi ropa.  Tras el primer beso, tímido, tenue, nos devoramos con ansia, sin llegar a quitarnos las vendas de los ojos tuvimos un encuentro salvaje y delicioso.

A ese encuentro le siguieron bastantes más

Tampoco hablamos de eso desde hace mucho.


Ha pasado tiempo. Pese a la transgresión que comprendo perfectamente, se ha convertido en uno de los recuerdos más bonitos y dulces que tengo de nuestra convivencia… diez años de padawan, desde el principio nos compenetramos muy bien. Pese al cansancio en el entrenamiento y en las misiones, siempre era divertido, hablábamos mucho… recuerdo cómo le costaba concentrarse, estar en silencio… Siento un gran cariño por él… ternura, también miedo…y el recuerdo de un deseo que era difícil de dominar.


Ahora estamos otra vez en un sistema fronterizo, evaluando una situación para proponer negociaciones. Hoy vi su mirada limpia otra vez, calmado, como hace tiempo, cogió mis manos y pude notar de nuevo los numerosos callos del entrenamiento con la espada láser. Cuántas veces le puse la crema remedio que nos envían de la luna de Endor en sus manos suaves y tiernas,. Es inevitable para todos los jóvenes jedis, les destroza las manos. Con el tiempo sólo nos quedan los callos. 


Coge mis manos. No me pide ayuda, sólo es un gesto de cariño, creo que quizás sólo pide mi comprensión y mi confianza. Es horrible no hablar pero ese es nuestro acuerdo tácito. 




Las negociaciones han terminado con éxito y Var Al me ha hablado por fin. Va a marcharse. Me pidió que no revele sus planes, incluso cuando vuelva a Coruscant sin él, no quiere que diga nada, salvo que se marcha una temporada a meditar, no sé adonde, no sé por cuanto tiempo. Me recriminarán, me harán muchas preguntas que no voy a contestar, me someterán a observación y revaluación como maestra. Lo acepto. Por supuesto. En parte también soy responsable.


Incluso en ese momento de sinceridad y despedida no hablamos demasiado, quiero que sienta que le respeto y que confío en él, los dos sabemos que es peligroso, que se encuentra cerca del borde y al límite. Pero también pienso que debe encontrar la fuerza por sí mismo.






Llegó un paquete con muchos tarros de la crema remedio. Escondido venía un mensaje.

“Maestra no digas a nadie donde estoy. La naturaleza me ayuda a reflexionar, me encuentro muy bien aquí, por ahora. Necesito estar lejos de las reglas, de las ciudades y de las obligaciones de un jedi, necesito estar solo y lejos de la Fuerza. He tenido percepciones extrañas, sé que lo sabes, peligrosas, perturbadoras, pero excitantes…  desenfrenadas… percepciones que disparaban mi adrenalina. Por muchos años me habéis enseñado su significado, pero sentirlo es completamente distinto. 

No temas por mí, puedo defenderme. De veras. Confía en mí.

Te enviaré más crema-remedio y mas mensajes… más adelante." 





    Le imagino allí, mimetizado con ropajes verdes entre la vegetación, con la mirada perdida en un punto mientras sus ojos verdes la reflejan, y a la vez se confunden igualmente en la floresta. 




                                            


                                                                                                   Agosto 2024

8/28/2024

 



29.- Chantarel. (Orlando, fragmento)


Dejó a Cawty tras mirarla con una dulce sonrisa desde la puerta, aún descansaba tumbada en la cama pero él no podía permitirse otro tanto, tenía la agenda muy apretada. Pasó como un ciclón por la cocina para tomar un bocado rápido, tenía hambre y sabía que le esperaban al menos dos horas de concentración y trabajo psicológicamente extenuantes. Las chicas le estaban entrenando y esperaban que él diera el cien por cien, así lo entendía y así quería responder, llevarle en la misión significaba una enorme responsabilidad. Sabía que sus maestras tenían que conseguir un espía aceptable en un tiempo record y no iba a fallarles. Comió rápido dejando atrás los momentos de placer vividos con Cawty para concentrarse en el trabajo que le esperaba a continuación, empezó a recordar a Hellberg, a verle moverse en su cabeza tal como él tendría que hacerlo en breve, bebió un gran vaso de agua y suspiró, Chantarel era la más exigente.


Cinco minutos más tarde Orlando se reunió con ella en la habitación tras la mesa de Green. Chanty volvió la cabeza y le miró enarcando una ceja.

-Llegas tarde.

-¡No! –miró su gran reloj negro y plateado- Dos minut… -prefirió dejar el tema ya que su sentido común le aconsejaba no contradecir a la persona que le tenía en su poder hasta la hora de la cena.

-Ha llegado la ropa, empezaremos con ésta. –Se acercó y le alargó un conjunto de los tres que tenía en la mesa, perfectamente doblado, culminado por un cinturón y algunos accesorios más.- Cámbiate. Vamos, espabila que no tenemos todo el día.


Sistemáticamente vieron los videos una y otra vez, y ensayaron. Con el tercer cambio de ropa repasaron a fondo otro de los videos, en este se veía a Hellberg durante un buen rato, estaba de pie, a la puerta de un comercio y esperaba a su secretaria. Orlando, frente a la pantalla gigante se movía exactamente igual que él, la ropa era idéntica, copiada en un tiempo record por alguno de los proveedores de las chicas. Como si se tratara de un espejo, el actor reproducía los tics, los movimientos de cansancio o de aburrimiento con un gran dominio. Chantarel no obstante descubría pequeñas imperfecciones y le corregía cada poco tiempo.

-La mano… la derecha quieta, así…  no te inclines tanto… ese gesto es al revés, hazlo otra vez…

Orlando se sentía buen actor y se esforzaba pero la perfección que pretendía Chantarel siempre quedaba un paso más adelante de sus progresos.

-Mimetismo… mimetismo… siéntete Hellberg…

Orlando gruñó para sus adentros reproduciendo aquella dichosa palabrita que tanto le gustaba a su maestra.

-Estás tenso… relájate –se acercó a él. Con la altura incrementada por los talones alzados en los zapatos le sacaba bastante altura a Chanty. –Dóblate hacia delante, deja caer los brazos –la obedeció, se inclinó despacio soltando algo la tensión.-  Respira… -ella le tocó el cuello con leves presiones, notó un cosquilleo agradable desde las orejas hasta los hombros y luego le clavó un dedo en el deltoides, reprimió un quejido, porque el dolor lacerante fue muy breve y porque le había dejado sin respiración, pero cuando ella sacó el dedo de su músculo y el aire le entró de nuevo en los pulmones notó un gran alivio, un gran descanso que le recorrió todo el cuerpo. 

-Suelta los brazos, así. Lo siento, sé que te ha dolido, necesitaba relajarte, y ahora arriba. Sacude la cabeza despacio. Da un patada una patada al suelo.

-¿Qué?

-Da una patada, fuerte. Creo que llevamos demasiado rato y estás envarado. Da una patada al suelo.

Le obedeció y su pie derecho golpeó algo el suelo delante.

-Eso no te soltará. Más fuerte y grita.

-¿Qué grite? ¿El qué?

-Lo que sea, Cawty y Hesperia te han enseñado a gritar en el tatami ¿no? Grita así, un grito fuerte y escupe algo que te moleste. Vamos escúpelo y da una buena patada al suelo.

Notó el rugido naciendo en su estómago y lo dejó salir mientras golpeaba el suelo tal como quería Chantarel.

-¡¡¡Mimetismo!!!

La vio reír y tras un segundo se contagió él también.

-Ya veo como te gusta, y ¡funciona!, te prestaré –añadió con especial énfasis- “mi palabra”, para cuando estés envarado. Y ahora volvamos al deber. Lo atrasaré a cuando ella sale y empiezan a caminar. 

Vio a Orlando mirarla como un niño al que se le quita la piruleta que le acabas de dar y le muestras de nuevo los cuadernos de deberes. Consiguió a duras penas reprimir algunos exabruptos para volver a concentrarse en la tarea y meterse otra vez en la piel de David Hellberg.  En el fondo, a Chantarel le divertía demasiado el papel de poli malo como para tener queja de la parte del entrenamiento que le había tocado. Le encantaba su trabajo con Orlando, le gustaba verlo tan cansado que le costaba cualquier movimiento, las miradas airadas o las que la acusaban de injusta cuando ella se excedía en su perfeccionismo. No sólo era entrenamiento para representar al objetivo, también estaba llevando a cabo un experimento imprescindible, tenía que averiguar cuánta presión era capaz de aguantar, si el globo estaba demasiado lleno, si explotaría y cuándo explotaría.

Continuaron cerca de una hora más, Orlando reprimió cualquier queja, se sumergió dócil como un esclavo ante su dueña. Poco a poco Chantarel fue intensificando de nuevo la presión.

-Bien, ahora de nuevo, camina… quiero que seas Hellberg, no me mires, camina vamos… eres él, estás en Pekín, ¿sientes que estás allí? estás viendo la calle… mira arriba, bosteza… coge el periódico… lo acercas demasiado a la cara… bájalo, así, lee un poco… ahora ve hacia la silla… siéntate, sigue leyendo… vas muy rápido… ¿estás leyendo de verdad?... rápido… vas rápido, ralentiza…

Orlando levantó la vista. Su tez clara tenía una ligera coloración, Chantarel sonrió en su interior y se preparó para la explosión de la burbuja. El abrió la boca pero aún tardaron las palabras en salir, Chantarel supo que estaba contando, bien, estaba haciendo lo que tenía que hacer, estupendo. Por toda muestra de lo que pensaba sólo sus ojos brillaron satisfechos. Orlando habló por fin, lentamente y en tono bajo masticó las palabras. 

-No sé por qué, siempre había tomado a broma que las chicas te asociaran a conjuros y al vudú. –Dejó sus pupilas clavadas a las de ella- Supongo que no falta mucho para el próximo aquelarre y estás especialmente motivada…

Chantarel no pudo más y rompió a reír a carcajadas.

-Creo que nunca me habían llamado bruja con un circunloquio tan grande. Lo siento, hoy tenía que ser especialmente dura. Siento haber sido una autentica bruja contigo, era necesario. Pero por si lo quieres saber sí lo soy, efectivamente soy una bruja.

-¿Una bruja estalinista, por más señas?

-No –volvió a reír de la ocurrencia- era una bruja auténtica, o sea, falsa. Ya te lo contaré, siento que estés agotado. Hoy tenía que ser un día extenuante, es el ensayo final, ¿no lo llamáis así? tenía que forzarte al máximo. Pero ha terminado, ha ido muy bien, estás preparado. La bruja estalinista ha quedado satisfecha así que puedes cambiarte. 


Le alargó la ropa y Orlando la obedeció, salió un momento después

-¿Y qué es eso de ser una bruja falsa?

  -Pues… esa era mi vida… hace unos años teníamos un gabinete esotérico, Cibercat y yo. Me dedicaba a eso…  echaba las cartas, leía el aura, adivinaba el futuro en una bola de cristal, contactaba con parientes difuntos… y en general todo cuanto puede buscar un cliente en una medium.  Cibercat se encargaba de la parte técnica, de los efectos especiales y lo hacíamos muy bien. Los clientes salían satisfechos, normalmente iban buscando consuelo o autoestima, y ambas cosas las encontraban sin escatimar en nuestro gabinete.

-¿En serio? ¿Y cómo decide uno dedicarse a eso?

-No se decide, como ser abogado o médico, claro, en nuestro caso surgió. En el instituto me descubrí una cualidad innata para decirle a la gente lo que quería oír. Yo era muy tímida, de una timidez patológica, ¿has visto la película “Zelig” de Woody Allen? –Chantarel comenzó a reír de nuevo- así era yo, como el protagonista, creo que si hubiera sido posible, yo también habría sufrido transformaciones físicas para asemejarme a otros. De pronto ese defecto que me hacía tan insegura se convirtió en una fuente de poder, no estaba aislada, todo lo contrario, era amiga de todos, empezaron a decir que yo adivinaba cosas, que tenía poderes. No era de las chicas más deseadas pero era amiga de ellas y confiaban en mí, me contaban cosas y yo administraba esas informaciones con una notable inteligencia y beneficio.

Orlando la miraba con gesto divertido.

-Sigue… ¿qué pasó?

-Me compré un tarot y empecé a echar las cartas a las amigas, a Cibercat le encantaba observarme, nos hicimos amigas, a ella le divertía muchísimo porque es completamente escéptica, así que se convirtió en el gancho, observaba a la clientela y empezó a hacer pequeñas cosas para hacerlo más creíble. Ciber tiene dos pasiones, la electrónica y el alpinismo. Ella “creaba el ambiente”. De pronto, un día nos vimos alquilando un local y haciéndonos publicidad, así comenzó, empezaron a acudir clientes. Descubrimos que la gente que recurre a videntes quiere creer, nosotras sólo se lo poníamos fácil. Nunca nos aprovechamos demasiado, digamos que ofrecíamos un servicio y lo cobrábamos, igual que otro especialista, y a quienes les sobraba más, le aligerábamos la carga más. –le sonrió- Al fin y al cabo, el dinero no la felicidad.

-Y ¿qué hacíais? ¿cómo conseguías saber lo que querían oír?

-Desde luego no era telepatía, no tengo poderes, pero la observación suplía el ochenta por ciento de las facultades paranormales. Y a medida que lo necesitábamos estudiamos algo de psicología, de interpretación… después empezamos a grabar las sesiones, y las estudiábamos a fondo, sobre todo cuando el trabajo era especialmente lucrativo. Aprendimos a distinguir cuando nos mentían, cuando estaban contando sólo la mitad, o cuando venían por otros motivos.

Luego, en un momento dado algo cambió. Empezamos a tener más clientes que buscaban familiares con los que habían perdido el contacto. En vez de difuntos los que querían encontrar eran “vivos”: esposas o maridos que se habían fugado con los ahorros, socios que les habían estafado o parientes con pasta de los que no habían tenido noticias en muchos años. Como último recurso, acudían a videntes, y nuestro trabajo fue transformándose poco a poco en hacer de detective, aunque seguíamos manteniendo la parafernalia del ocultismo. Eso intimidaba y también nos hacía descubrir a algunos clientes con intenciones “oscuras”.

-Pero supongo que algo ocurrió para traerte hasta aquí.

-Sí. Nada dura eternamente. Nos fue muy bien por mucho tiempo hasta que un día metimos la pata, un cliente descubrió la parte electrónica, aún no sé cómo pudo pasar… quizá teníamos demasiada confianza, nos relajamos… no sé, lo cierto es que nos denunció por estafa. Tuvimos que tomar una decisión a toda prisa, no sabíamos exactamente de qué nos podrían acusar. No sabíamos si todo quedaría en un juicio rápido y una compensación económica o estábamos a punto de dar con nuestros huesos en la cárcel. Aunque de cualquier manera el negocio había terminado, nos decidimos por la huída, desaparecimos. Al menos, habíamos tenido el sentido común de no tener nada con nuestro nombre real, ni el alquiler. Así que nos esfumamos en la niebla, reconozco que no fue muy digno pero se trataba de nuestro pellejo. Seguí a Cibercat hasta el Himalaya, de nuevo la vida nos hacía dar un giro completo y Ciber marcó el destino esta vez. Hacía escalada desde pequeña y hablaba todo el rato de subir los catorce ocho miles… de que tenía que intentarlo al menos. Nos afincamos en Katmandú…


El intercomunicador comenzó a vibrar y a moverse sobre la mesa donde lo había dejado al llegar, Lunkel le estaba llamando.

-Lu, ya, ya… las pruebas de los dispositivos… llego en cinco minutos.

Le sonrió a Chantarel.

-Me debes el final de la historia, me encantaría saber cómo conocisteis a las demás… y otra cosa… me encantan las brujas, las que son tan perversas me ponen muchísimo… –se acercó para besarla. Chanti le detuvo poniendo un dedo en sus labios.

-Es mejor no disminuir la tensión ahora que estamos a punto de irnos, no podría relajarme… habrá otro momento… -esbozó una sonrisa.

-¿Te he dicho que me gustan mucho las mujeres en tensión?...

Chantarel dudó un segundo pero atrajo su cabeza con las dos manos y le dio un beso largo e intenso, aunque cuando él se pegó a su cuerpo y comenzó a morderla, lo separó un poco.

-Vamos lárgate, tienes más compromisos… -rio- y yo… no puedo relajarme… ahora, quiero decir.

En la puerta todavía tuvo tiempo de gritarle

-¡¡Bruja!!





8/25/2024

 



AUDA

Auda es el nombre de la princesa india a la que Jean Passepartout salva de morir en la pira funeraria de su marido, en la obra maravillosa de Jules Verne ¨La Vuelta Al Mundo En 80 Días” 

Lo tomo prestado. 

Maestro Verne, gracias. 



En mitad de la ceremonia oímos ese primer sonido, una especie de crujido amagado. Pequeño y tenue, como un estremecimiento, sacándonos de la concentración del ritual. Los asistentes comenzaron a mirar, aún con gesto somnoliento, hacia donde parecía haber surgido. El pilar de la luz se había resquebrajado, sólo una pequeña fisura negra en la maravilla de luz blanca y nacarada. Aún así comenzó a despertar murmullos y miradas de alarma de todos los que se reunían en la sala del trono de la emperatriz. Miraban con recelo a aquella resquebrajadura negra y pequeña cuando comenzó otro sonido mucho mayor. Empezó como un rugido sordo y lúgubre, salido como de un órgano fantasmagórico y fue subiendo poco a poco, y tornándose más agudo como el un aria de una soprano, llegó a un nivel insoportable

Cuando retumbó haciendo eco en la sala oval, hasta las columnas de mármol milenario vibraron, parecieron temblar de terror, un terror que se acercaba.

Los cortesanos más cercanos vieron cómo comenzaba a formarse una nueva resquebrajadura en el Pilar de la Luz, tan negra como los presagios que anunciaba, tan dura y fría como el destino que nos esperaba.


El movimiento de huir comenzó a la vez en todas partes de la sala. La emperatriz Auda sin embargo, no podía apartar los ojos del pilar, el pilar de piedra trasparente que le otorgó el poder, hacía ya diez años. Como si la piedra la tuviera encadenada, parecía una marioneta de trapo incapaz de moverse y sólo su rostro iba componiendo un reflejo del asombro y de la premonición de la tragedia que parecíamos sentir todos. Mi mirada me encadenaba a ella, sentía en mi pecho, golpeándome, sus ojos llenos de espanto. Como un triángulo fatídico, permanecíamos inmóviles esperando ver qué ocurriría a continuación.

Así comenzó un tercer trueno que procedía de algún lugar bajo nuestros pies, como los anteriores, pero mucho mayor y mas espantoso. El suelo pareció convertirse en un animal vivo. Entonces conseguí moverme y corrí hacia ella. Toda la sala y todo lo que contenía se movía, oscilaba y crujía, entre el ruido, el polvo y quienes no habían salido aún. Entre la confusión se golpeaban entre sí o con los objetos. Casi no podía pensar, vi que las columnas oscilaban.

La tomé del divan del trono y me lancé hacia fuera, sin poder ver bien por donde iba. Sentí en mi pecho los ojos que ella había cerrado pero sin poder contener las lágrimas, mojandolo poco a poco. Éramos incapaces de comprender, pero, de algún modo, sabíamos que nuestro mundo se estaba destruyendo.

Fuera ya del palacio escuchamos cómo los truenos subían de tono y el estrépito llegaba a niveles insoportables. En el suelo comenzaron a dibujarse finas líneas caprichosas que rápidamente se hundían. En una estampida de locura, todos los habitantes de la ciudad corrían hacia el puerto, el mar parecía un refugio momentáneo de lo que estaba ocurriendo. El instinto atávico de supervivencia eligió el camino correcto, como después comprobamos. Yo también volaba hacia los barcos, apenas notaba el peso de ella, parecía haberse encogido, haberse vuelto minúscula e ingrávida. Algunos a mi alrededor la reconocieron, empezaron a preguntar si había muerto, yo les contestaba que no, que no estaba muerta, que estaba débil, que volvería a estar bien. Llegamos al barco imperial y zarpamos, cargando a cuantos pudimos.

Nos alejamos de la costa, acompañados por miles de barcos que zarpaban a la vez, aún allí seguían percibiéndose los truenos, como si la tierra bramara por un dolor terrible.

Y desde allí lo vimos, mudos, consternados, cayendo en la locura… vimos cómo la tierra se desgajaba y el mar se iba tragando los trozos con avidez.






Ha caído la maldición sobre nosotros. Como una larga procesión, los barcos marchan todos al este, hacia un destino desconocido. No sabemos si habrá algo más allá de este mar, nunca se ha explorado tan lejos, y si conseguiremos llegar con vida. O se convertirá esta extraña comitiva en el mudo testimonio muerto de nuestra existencia.

Además no solo arrostramos el haber perdido todo lo que teníamos en el mundo, todo lo que construimos y haber dejado a nuestros muertos allí, doblemente enterrados en tierra y agua, sino que además una extraña enfermedad parece invadirles a todos, han perdido el habla. Parecen haber olvidado nuestra lengua, cristalina y musical, con cien sonidos diferentes. Ellos ahora se comunican con ruidos guturales y señas, solo para pedirse agua o alimento.


Y la emperatriz está enferma. Me acerco a su lecho y miro a los consejeros preguntándoles con la mirada, ¿no mejora?¿No ha comido nada?… y ellos cabecean con los ojos tristes. Le tomo la mano, creo que su corazón se rompió a la vez que el pilar, la fuente de la luz sagrada.

Hoy me he sentado a su lado como todos los días, pero llevé unos rollos de pergamino que he conseguido del capitán del barco, y le dije con voz muy suave que voy a escribir todo lo que recuerdo. Nadie parece pensar en eso y yo quiero hablar de nuestra tierra y de todas las maravillas que albergaba, así existirá un poco de nuevo y al menos, yo sentiré que no esta perdida para siempre. Incluso si desapareciéramos en este mar infinito, pasados unos años o  unos decenios, quizás alguien encuentre los pergaminos y conozca de nuestra existencia. Mientras le contaba esto, ella me ha mirado y creo que sus ojos han brillado por un instante.



“Para poder describir la tierra de la emperatriz Auda, necesitaría disponer de mil diccionarios en los que sólo apareciesen sinónimos de palabras como majestuoso, bello,  elegante, riqueza, alegría, fastuosidad, maravilla, felicidad… y podría, sin embargo, resumir todos esos millones de palabras en una sola: LUZ.

La Luz sagrada era tan entrañablemente parte de  nosotros que ninguno podría concebir la vida con su falta. La Luz emanaba de la columna gigantesca, alrededor de la cual se construyó la sala oval del trono, el palacio, toda la ciudad… y la tierra en definitiva. Porque era así, en círculos concéntricos, como se había formado, desde el principio de los tiempos, nuestro hogar.

Allí, en la sala del trono, los cortesanos que habitábamos el palacio real, esperábamos con delectación cada nuevo día del poder de la Luz. Entonces, nuestra piedra sagrada comenzaba a brillar, y la luz que emanaba de ella atravesaba primero a la emperatriz, después a nosotros, a todas las paredes y los recintos del palacio, y seguía extendiéndose hasta el mar, concediendo a los habitantes una plenitud y sabiduría que nos hacía inmensamente felices. Jamás en nuestro pueblo se conocieron luchas ni sabemos que se hiciera daño a alguien, ni a los animales, con los que éramos especialmente protectores y cariñosos. Nuestro empeño más elevado era el de hacer hermosas construcciones, empleando para ello, los materiales más exquisitos, de los que teníamos en abundancia. Ni siquiera los maestros constructores se envidiaban entre sí, ni los subalternos envidiaban a sus maestros o a los otros. Cada uno disfrutaba y se esmeraba en su trabajo. La admiración llevaba a unos y otros a probar nuevas técnicas, a intentar conseguir algo más bello aún, disfrutando el placer de seguir aprendiendo. Teníamos grandes maestros y maestras de toda clase de saberes y en toda la población latía un enorme deseo de aprender.


Auda, nuestra emperatriz, animaba a todos los artistas, visitaba todas las obras. Su vida era una total entrega a su pueblo. Nuestra tierra siempre fue muy generosa y no recuerdo ninguna hambruna, a pesar de eso, los alimentos se almacenaban y se repartían. Auda con sus consejeros y consejeras también se interesaba por ello, preveían si llegaba alguna época de sequía o lluvias torrenciales. Buscaban acomodo a quienes algún accidente o incendio fortuito había dejado sin casa o sin tierras.


El pilar de la Luz la designó cuando nuestra anterior emperatriz murió. Fue igualmente amada y admirada. El siguiente día de la Luz sagrada, un rayito se deslizó desde el pilar y fue hacia ella, llenándola, volviéndole la piel transparente y luminosa. Así supimos que ella sería la nueva mujer que velaría por nosotros. No podría adorarla más, su inteligencia, su bondad… ¡Cómo de hermosa se encontraba atravesada por la Luz, cuánto la amé en aquellos instantes antes de que la misma Luz me atravesara también…”


Levanté la vista del pergamino y me di cuenta que el consejero estaba tocándome el hombro. Consiguió mover los labios.

-Se muere

La emperatriz tiene la lividez del nácar, apenas respira. Creo que mis palabras le han dado un poco de felicidad pero su fin es imparable, parece como si nuestra tierra sumergida tirara de ella, como dos partes indisolubles. Al fin ha cerrado los ojos y su pecho ya no se mueve. Ahora sí estamos malditos, ahora sí somos una legión de fantasmas camino a ninguna parte. Pero te juro que si arribamos a algún lugar, conseguiré devolver la memoria a todos los que hayan sobrevivido y contaremos nuestra historia a quienes habiten esos desconocidos lugares.

Dulce Auda, seguirás siendo amada y recordada. 





                                                                                            Abril 2000 Curso de Escritura Creativa