10/04/2022

                                                                 



                                            ORLANDO (fragmento)



Romy escribía ligeramente inclinada sobre el ordenador, tenía los ojos algo vidriosos y su respiración no había conseguido sonar normal desde que empezó, pero no hubiera podido recordar nada de aquellas horas porque estaba completamente en otro lugar.  Ese otro lugar era también un castillo pero más oscuro que el de Green, altos muros negros, pasillos de piedra apenas iluminados y una sala grande, igualmente de piedra, donde ahora se encontraban reunidos los personajes, una serie de antorchas colocadas lejanas en los muros proporcionaban la escasa luz que continuamente oscilaba, haciendo que las sombras de los presentes danzaran con extraños movimientos.


    “…despertó y pudo comprender que se encontraba tendido sobre una superficie, desnudo, no sabía qué estaba ocurriendo. Empezó a escuchar susurros a su alrededor, voces distintas de mujeres. No sabía calcular cuántas eran, notó como los susurros le rodeaban y fueron acercándose hasta que empezó a sentir el aliento caliente de ellas al lado de su piel. Sus voces repetían una única palabra, “ -Orlando… Orlando… Orlando… Orlando… Orlando…”  Las mujeres entonaban su nombre con modulaciones distintas, sin dejar de ser susurros, sus tonos se elevaban o bajaban, Orlando se sentía mecido por aquellas voces, no sentía miedo. Era extraño, no sentía miedo…”


    
    “…Una voz sobresalió entonces del coro, sólo aumentó un poco el tono, el sonido era hermoso. 

    -Orlando ¿Has leído “Historia de O”? –la voz tenía un registro de matices amplio y musical. 

    -Hace mucho tiempo.

    -Como O, también tú has sido seleccionado. La Hermandad te ha elegido como objeto de placer, debes someterte a nosotras, no hay ningún sitio adónde puedas huir, lo aceptarás… Vamos a enseñarte todas las formas del placer. No tienes que tener miedo, tu destino no será el mismo que el de O, puedo asegurarte

-acentuó el tono- que no habrá látigos.

    Orlando cayó en la cuenta que no veía nada, notó algo sobre sus ojos, instintivamente movió la mano para tocarlo pero otra mano le detuvo con suavidad y volvió a estirarle suavemente el brazo sobre el lugar donde estaba, era mullido pero más rígido que una cama, rozó con el dorso la superficie y creyó que debía ser terciopelo extremadamente suave. 

    Escuchó de nuevo la voz de aquella:  

    -Somos sacerdotisas de una religión mucho más antigua que cualquiera de las que se practica hoy, nuestra religión se basa en la comunicación con el alma del planeta a través del placer, cuando una persona siente placer, genera a su alrededor un campo de energía que puede influir en los átomos que la rodean. Muchas personas gozando hacen multiplicar en progresión geométrica el campo de energía. Sanamos así las heridas de esta tierra, creemos que nuestra felicidad puede cerrarlas.”



    “ …Las manos que le habían cogido, acariciaron la parte anterior de su antebrazo y algo después notó otra impresión, algo caliente y húmedo se movía despacio haciendo eses sobre la piel, la chica le estaba lamiendo, empezó a notar como el surco de saliva se enfriaba ligeramente al dejarlo atrás la lengua de ella. Un poco después, casi al unísono otros apéndices húmedos y calientes se unieron para describir dibujos de saliva en distintas partes de su cuerpo. La sensación, ignorada hasta ese momento, consiguió transportarlo hasta las puertas del Nirvana. Su cabeza pugnaba entre volar, sentirse ascendiendo desde su cuerpo, y por volver de nuevo para recoger esas sensaciones que le marcaban la piel. Una de ellas le deslizó su cabello por el costado, era tan sedoso que le hizo estremecerse.”


“… De pronto notó otro cabello acariciándole el pecho, mientras la chica gemía, su melena describía círculos por su torso y su vientre, la imaginó contorsionándose sobre él. Paró, hubo un movimiento más del pelo continuado hacia abajo y su pene, de cuyo estado no se había apercibido hasta ahora, era acogido dentro de una cueva asombrosamente caliente y vibrante, la mujer apretó los labios sobre el miembro y fue deslizándolos hasta llegar al glande, sin sacarlo se lo lamió desde dentro con mucha suavidad… Orlando empezó a gemir. La chica que estaba sobre él siguió haciéndole la felación más exquisita que había recibido mientras las demás seguían igualmente recorriéndole y comenzaban a dejar pequeños mordiscos en lugares de su cuerpo que no hubiera adivinado como eran de receptivos… ”


“… su cuerpo comenzó a convulsionarse, ya no sólo eran los jadeos o los pequeños estremecimientos, el placer no le permitía controlar sus movimientos. La chica de encima paró un segundo la felación, creyó que le daba un respiro pero tras un momento sintió como su pene era atrapado de nuevo, la vagina de ella era estrecha y elástica, estaba increíblemente húmeda. Se penetró hasta el fondo y gritó, sus compañeras gritaron de placer a la vez, como si pudieran sentirlo todas juntas. Ella empezó a moverse de nuevo y, suave y regularmente, arriba y abajo, la chica estaba completamente excitada y escuchaba con claridad sus jadeos y sus gritos, a intervalos notaba las contracciones en su vagina, cómo ésta le succionaba hacia dentro. Una de las veces supo que no podía aguantar más y se corrió gritando igual que ella, sin importarle nada donde estaba, quienes eran aquellas mujeres, ni que le harían, sin importarle quien era ni como se llamaba…”


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