10/07/2025






                                                                                                       





VAR AL III  


Los siths se comunicaron unos días más tarde para posponer un tiempo darle más información. Era posible que aún mantuvieran desconfianza sobre su adhesión y entrega, o simplemente podía ser su técnica habitual con los nuevos aspirantes. Var tendría que mantenerse oculto y esperar nuevas noticias, y era posible que le ordenaran alguna prueba más. El respondió con una actitud de sumisión y obediencia realmente perfecta, el fingimiento transmitido con la Fuerza fue auténtico y la sensación pude apreciarla perfectamente, por la conexión que manteníamos.


Se sentía tan seguro de que no podrían leer su mente aunque ellos lo creyeran, que me mantuvo junto a él. Notaba perfectamente la concentración tan profunda, que conseguía cada vez con más facilidad, su mente me tenía completamente invisible. Accedí porque él estaba convencido de que no me percibirían, era arriesgado pero le creía. Y funcionó. O eso pensamos.


Yo estaba aprendiendo esta técnica de él y empezaba a dar frutos.  Este tiempo extra nos permitió seguir entrenando mucho más, practicar ejercicios que hacía bastante tiempo hablamos dejado. También leí los manuales que había recopilado en los templos jedi y descubrí, como él antes, técnicas milenarias increíbles que intentábamos reproducir y practicar.


El unir la Fuerza de los dos, como habíamos hecho aquella primera vez, aceleró mi curación y en muy poco tiempo pude levantarme y caminar, pero no sólo eso, al sumarlas tantas veces, la conexión entre nosotros se hacía más fuerte y profunda. Cuando empezamos a practicar lucha de nuevo con la espada o sin ella, percibíamos cuáles iban a ser los movimientos del otro, al principio como una sensación, como un presentimiento. Más adelante fueron imágenes claras de los movimientos, lo que dificultaba cada vez más los entrenamientos físicos. Por eso empezamos a dedicar más tiempo a ejercicios mentales como la telepatía o levitar objetos. Dejar la mente en blanco al otro ya era imposible, aún así lo intentábamos. Pero en cambio, la telepatía creció y de forma natural, se convirtió en nuestra medio de comunicación habitual, claro que también nos hacía descubrir sensaciones y deseos en el otro. A veces no era divertido, no poder ocultar un pensamiento suponía no poder tener ningún secreto, aunque no fuera importante, y a veces descubríamos en el otro dudas, intranquilidad, miedo… o deseo… pensamientos que quizás habríamos preferido no desvelar, pero ya no era posible… y también de forma natural lo aceptamos. Cuando alguno sentía algo negativo, el otro se acercaba para no dejar que le invadiera la sensación de fracaso o de incertidumbre.

Cuando me nacía un sentimiento negativo o pesimista, casi al momento, notaba los brazos de Var rodeándome, transmitiéndome confianza y optimismo. Ya no lo consideraba un padawan, no tenía más que enseñarle. Ahora estábamos aprendiendo a la vez, en progresión geométrica. También en el sexo, de alguna manera podíamos usar nuestro poder para que fuera más, mucho más. Sentíamos una comunión plena. A  nuestro alrededor la Fuerza creaba un aura común, como una neblina alrededor, donde se percibían colores, voces y también como sombras desfiguradas, algunos recuerdos, comunes o no, a veces hasta se oía música. No sentíamos un clímax, agotamiento o paz al terminar, sentíamos un estado fuera de la realidad, un acceso a saberes ancestrales, a vivencias muy antiguas y un placer tan intenso como largo. Un placer que sentía en mi cuerpo, en mi mente y en la mente de él.



Como el tiempo se prolongaba decidimos ir a un templo jedi que Var quería volver a visitar. Eran sólo piedras ruinosas y algunos túneles bajo ellas, que se bifurcaban aparentemente sin sentido. Var había notado allí una gran presencia de la Fuerza y deseaba volver a sentirlo e investigar un poco más el recinto. A veinte parsec de donde estábamos, el viaje a velocidad luz fue rápido. Accedimos a los túneles y caminamos percibiendo un vórtice  muy poderoso, una sensación que aumentaba conforme avanzábamos hacia un lugar concreto. Pese a las ramificaciones, percibíamos con claridad el camino correcto. En su anterior visita, Var no había llegado hasta allí porque su nave emitió una alarma y tuvo que volver apresurado y frustrado. 

Los túneles se estrechaban a medida que avanzábamos, hasta dejar el espacio mínimo para una persona. Una última bifurcación, la más estrecha y baja, nos condujo a una sala de piedra bastante grande. En el centro había una gran losa cuadrada, alta y pulida, cubierta por una estructura de metal, una especie de campana que se sostenía sobre cuatro pilares. Ese lugar era el centro del templo y de allí, bajo la piedra, emanaba la Fuerza que nos guiaba.

Era tan potente que percibir esa energía que tiraba de nosotros se soportaba con dificultad, sin embargo, los dos avanzamos a la vez mientras ese lugar nos seguía atrayendo aún con más fuerza al estar tan cerca.

Caminamos hasta la losa, sintiendo el mismo agotamiento, la misma dificultad, con la sensación de haber llegado al final del camino y la necesidad ineludible de tumbarnos allí.

Estiramos los miembros, en una especie de ofrecimiento, dejamos que la Fuerza nos penetrara y pasara a través de todas las partes de nuestro cuerpo, sin intentar resguardar nada. Allí nuestra respiración se hizo lenta y profunda, y con los ojos cerrados, notábamos, a la vez, que nuestro cuerpo aceptaba la potencia de esa energía, y cada vez podíamos tolerarla mejor. De alguna manera, era otro aprendizaje nuevo, algo que no habíamos visto ni sentido jamás, sin embargo, lo aceptamos, con la confianza de era bueno. La telepatía nos confirmaba que ambos sentíamos igual.

Estuvimos allí por mucho tiempo, hasta conseguir aclimatarnos a ese enorme poder, a que se convirtiera en algo familiar y agradable, y no sólo eso, evolucionó a algo que deseábamos no dejar de sentir, que nos embargaba como una borrachera de una sustancia asombrosa. 

Estiré la mano y toqué el brazo de Var Al. Una corriente profunda nos recorrió y pasó muchas veces de uno a otro. Me acerqué más a él y le pasé un brazo bajo su cuello, atraje su cabeza a mi pecho, acunándolo. Seguíamos con los ojos cerrados, pero sentíamos una comunión total, entrelazados de tal forma para sentir un abrazo completo, mientras las respiraciones se acompasaban.

Después acerqué mi cara a la suya comencé a deslizar los labios por su contorno, sólo una caricia tenue, llegué a sus labios y le besé.


La energía que había llegado a cada extremo y milímetro de mi cuerpo se estaba calentando y convirtiéndose en un deseo que empezaba a crecer. 

Al principio sólo quería tocarle, abrazarle, acunarle, protegerle… pero como ocurrió la primera vez, el deseo de hacerle vibrar, de hacerle gritar, de sentir su placer, de sentir el que él podía ofrecerme… fue ocupando mi mente hasta ser el único.


Nuestros cuerpos estaban entrelazados como el auryn o el caduceo, cada uno sobre un costado, aún no sentíamos la dureza de la losa. Esta estaba extremadamente pulida y era agradable al tacto.

Var Al respondió al beso, sin abrir los ojos, como aquella primera vez, y por otro largo espacio de tiempo, no hicimos más que besarnos.

Después me puse sobre él, vio el movimiento en su mente, se giró mirando hacia arriba y me guió con sus brazos. Después siguió abrazándome y besándome, pero ya no era ese preludio tierno anterior. Le quité su túnica y me quité la mía, seguí bajando y le deshice de sus pantalones, por suerte la ropa jedi es holgada y muy fácil de quitar.

Conocía su cuerpo, sus tatuajes de memoria, no necesitaba verlos para saber donde estaba cada uno ni como era en cada detalle. Me gustaba deslizar la lengua por los contornos, mientras él reía cuando le hacía cosquillas  El entrenamiento físico que había realizado en solitario debía haber sido durísimo. Su piel estaba tan firme, sus músculos tan compactos que costaba encontrar donde darle mordiscos. En su mente sonreía y disfrutaba, le gustaban mucho. Y a mí también.



Seguí bajando por el costado lentamente. 


Si había algo que adoraba era cerrar la boca sobre su pene y notar cómo se estremecía, cómo se relajaba al principio, esa primera exhalación de placer, cómo la notaba en mi mente cada vez mas clara mientras la escuchaba, cómo iba creciendo, cómo perdía el control, en medio de un disfrute salvaje, desmedido, desbordado… cómo más tarde percibía, como un halo tenue, su agradecimiento, algo en lo que siempre le contradecía mentalmente. El placer y el cariño no pueden conllevar agradecimiento.


Cuando le noté satisfecho, hice el camino inverso, con los tatuajes del otro costado y después me detuve bastante en uno grande que le adornaba el pecho y era recinto también para sus pezones. Una vez me dijo que ése había sido especialmente doloroso, pero en compensación era muy bonito. Siempre me paraba allí, contorneaba al animal salvaje que se había tatuado y procuraba ser muy delicada. De la misma manera le lamí los pezones, y al hacerlo sí pude notar claramente que vibraba. Sentí sus dedos, me separé un poco para que tuviera espacio. Apenas podía mantenerme quieta, intentando controlar los espasmos sin mucho éxito. Dejé que siguiera jugueteando un buen rato, entregándome sin remordimientos a mi propio placer, que por momentos me hacia olvidar que seguíamos sobre la losa del templo jedi, atravesados por una corriente de Fuerza nunca antes percibida, una corriente que parecía alegrarse y reaccionar con nuestro placer.


Sintió como me deslizaba para empezar a penetrarme, extendió sus brazos para concentrarse y degustar aquel movimiento. Pero después cambió de opinión y sus brazos me rodearon para apretarme contra él y hacer que la penetración llegara al máximo.


En ese momento, abrazados, notándole dentro al completo, pegada a él, rodeándole, estrechándole… sentimos un poderoso salto en la energía que emanaba del lugar. La Fuerza se centuplicó, volvimos a sentir como otro torrente atravesaba el cuerpo de los dos. Eso nos hizo abrir los ojos a la vez, La neblina que nos rodeaba comenzó a emitir una luz blanca, nacarada y brillante. En ese momento ya no nos sorprendía nada. Incluso parecía que la neblina acorchaba la losa, que de alguna manera imposible se sentía mullida.

Seguíamos nuestro propio ritual de sexo y comunión, de placer que parecía multiplicarse en la mente de los dos y seguía ascendiendo, cuando no parecía posible, los gemidos se hicieron más agudos, más fuertes… subían de tono, se convertían en gritos, y aún nos quedaban fuerzas para seguir.


En ese momento la comunicación de nuestras mentes era total, tanto que parecía una única, que percibía, sentía, decidía… a la vez.

También notamos perfectamente en la mente de los dos cómo nos acercábamos al orgasmo y lo frenábamos para que aún fuera más intenso y para prolongar tanto como pudiéramos este encuentro que probablemente se convertiría en el más especial que experimentaríamos juntos. A pesar del empeño decidido y compartido, pudimos alargarlo sólo un poco más y lo dejamos fluir. El placer, como una ráfaga de brisa marina, fresca y huracanada, nos inundó tal como había hecho La Fuerza antes, hasta el ultimo centímetro de piel y hasta la última célula. Y de pronto se transformó en visiones, de una forma que no podíamos explicar, sin que el deleite bajara de intensidad, empezamos a ver imágenes de una zona de la tierra, muy profunda, allí se movía una gran masa de metal fundido. Remoloneaba girando con pereza sobre sí misma, zarandeada por las fuerzas del planeta y de fuera de él. Vimos como se generaba allí una energía, que crecía y crecía, que traspasaba la tierra, una energía que llegaba a la superficie cubierta de hierba, a los árboles, a los animales y más tarde a las distintas especies humanas que iban apareciendo en el planeta, formando sus comunidades. Cómo de entre ellas, empezaban a surgir las primeras personas que eran sensibles a ese poder, cómo a lo largo de milenios desarrollaban sus capacidades, cómo iban adquiriendo conocimientos y destrezas, cómo se encontraban y compartían aquellas, cómo un grupo dio origen a la primera orden jedi, entendimos por qué habían creado las reglas, cual era su objetivo. 

Mas tarde vimos a un jedi separarse, con la mirada llena de humillación y de odio, alejarse, encontrar un lugar donde expresar todo ese odio sirviéndose de esa misma energía y generar a su alrededor un aura negra, espesa, un aura que se retroalimentaba del mismo odio para desear hacer daño y tener poder…

En ese momento, Var me abrazó con más fuerza, noté su frente perlada de sudor, reconocía perfectamente el lado oscuro y recordaba cómo le había tentado.


Ese despertar del lado oscuro había provocado una fisura en la corriente de energía desde el centro del planeta, la había distorsionado, ya no era uniforme… las vetas oscuras habían ido creciendo, no más grandes, pero sí más numerosas… las visiones continuaban, empezamos a ver caras, a mucha velocidad, estaban tanto las de un lado y las del otro…


La Fuerza nos estaba mostrando el lado oscuro, su origen, ¿quería indicarnos cómo nos podíamos enfrentar a el? ¿Pero, era de alguna manera inteligible el mensaje? Respondió a nuestro pensamiento común mostrándonos varios núcleos sith y después se centró en un rostro. A los dos nos dio un vuelco el corazón. Desde la niebla y en nuestra mente compartida se hizo nítida una cara demasiado conocida, demasiado querida… Var apretó los puños y hundió la suya en mi cuello mientras gritaba que no, que no era posible… percibí su incomprensión, su miedo, su repugnancia…

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