8/08/2025

                            EL METODO BOOLLMON (fragmento)





... Igual que antes, empezó arriba, y la fue extendiendo con mucha delicadeza, lo cierto es la crema me calmaba, aunque no hubiera dicho que la necesitaba, pero me gustaba la sensación fresca.  Siguió y siguió, creo que duró aún más que antes, el contacto de su dedo me hacía poner enferma, tenía tan tensos los muslos que durante la noche sentí las agujetas. Es cierto que me dejó dormir.


Durante varios días siguió así, no faltó a su palabra y sólo hizo como me había dicho, le había gustado el ritual de la crema, lo repitió cada noche. Empezaron sus citas, algunas entrevistas fijadas con la prensa especializada, tomas de contacto con los responsables de la película, pruebas de maquillaje, pruebas de ropa. Tal como me había dicho, le acompañé a todas ellas. La película se rodaría íntegramente en la ciudad, al menos no estaba previsto ningún viaje. Empezamos a memorizar su parte del guión. Por la mañana había que estar muy temprano donde tocara y había veces que no se terminaba hasta la noche, pero todos sacaban fuerzas, no veías ni una mala cara. Adoraba mi trabajo. Boollmon también, se le notaba. Había adquirido en poco tiempo mucha experiencia para tratar con los periodistas y con los otros profesionales del mundillo. Era dulce, educado, nunca hablaba de forma prepotente, nunca se le veía enfadado ni cansado. No parecía distante pero dejaba una distancia discreta entre él y su interlocutor 

Y también seguía siendo dos personas distintas. Solo en muy contadas ocasiones, cuando trabajábamos con los demás, me miraba y aparecía el Boollmon oculto. Era muy joven para haber ideado esta locura, esta venganza, y había sido capaz de ponerla en práctica, no sólo de disfrutar ideándola, había encontrado la fuerza suficiente para hacerlo, y lo hacía muy bien. Me tenía en sus manos, tanto, que obedecerle se iba haciendo más cotidiano, cada vez me cuestionaba menos las cosas que me pedía. Aunque eso no significaba que no siguiera sintiendo ira y detestándole cada vez que me tocaba. 


Aquel era el octavo día, subimos en el ascensor. Abrió la suite, dejé el ordenador y el bolso en la mesa de estudio, me fui a mi baño. Boollmon se iría al suyo, estaba exhausta, no lo hacía a menudo pero aquel día me apeteció mucho darme un baño. Eché sales, aceite y no sé qué más y me metí, olía mucho a romero, era delicioso después del día que habíamos tenido, los pies me dolían aún en el agua. Estuve allí dentro como un cuarto de hora, casi me había olvidado de él. De pronto entró.

-¡Qué agradable baño! Te dejaré un poco más, pero no mucho. Te espero.

Ocho días, ocho días menos, no había pensado nunca que no cumpliría su palabra, no tenía motivos para dudarlo. Salí del baño, me sequé un poco y me fui con el albornoz hacia su cama. Me tumbé. Estaba tan cansada que pensé que me dormiría incluso durante el ritual de la crema. Me puso el antifaz, eso también le gustaba, no quería que le mirara. No parecía estar tan cansado como yo, muy despacio, como le gustaba hacerlo, quitó el cinturón y fue abriendo el albornoz. Empezó a pasar la lengua alrededor de mis pezones, y siguió un buen rato lamiéndolos, bajaba hasta el ombligo, subía al cuello, notaba la piel erizada. Era difícil evadirse y pensar en otra cosa. De pronto lo único que pensaba era que sentía unos odiosos hormigueos atravesar mi vientre, cuando él me pasaba la yema del dedo, apenas rozando, por los pezones y tenía que hacer un esfuerzo para quedarme quieta. Paró de pronto, esperaba, yo también esperaba, noté un dedo bajando por el esternon, hacer un círculo pequeño en el ombligo y siguió bajando, llegó al dibujo del vello y pasó el dedo por la silueta del dibujo, morosamente, varias veces, escuché como abría el tarro de crema...




No hay comentarios: