El Método Boollmon (fragmento)
Para Orlando, por supuesto.
En absoluto recordaba su nombre. Ni siquiera había vuelto a pensar en la nauseabunda conducta con la que le había tratado, nunca había vuelto a pensar en él. Así que cuando leí el mensaje en el móvil diciéndome que había llegado, el nombre de la persona de la que iba a ser asistente, no significó nada, no creo que sintiera siquiera un leve eco de lo que se aproximaba.
Al igual que a los otros, le llamé a su hotel:
-¿Sr. Boollmon? Soy la asistente que le asigna el estudio, solo quería presentarme y preguntarle si necesita algo. Imagino que está cansado del vuelo, puedo llamarle mas tarde. ¿Cómo? ¿Desea que pase a verle?... Claro, sí, como usted quiera. Sí. Estoy cerca, tardaré... un cuarto de hora.
Llegué al hotel, un lugar magnífico, discreto, de absoluta tranquilidad, con grandes espacios y largos pasillos silenciosos donde ellos pasaban desapercibidos, siempre nos felicitaban por alojarlos allí, subí y llamé a su habitación.
- Pase
- Soy Dezhna Meredith, Dezh simplemente.
- Recuerdo muy bien su nombre.
Le miré con sorpresa, estaba segura de no conocerle.
-¿Ha trabajado antes con nosotros? Lo siento, ¿En cual? ¿Hace mucho tiempo?
- Hace tres años. Es lógico que usted no me recuerde, porque apenas era un secundario.
- Lo siento, no recuerdo.
- Llegaba por primera vez a una producción tan grande y tan cara, con muy poca experiencia, pero muchas ganas de trabajar. Creo que con mucha humildad. Aquí sentí por primera vez lo duro que sería este trabajo, y que tendría que hacerme muy duro por dentro si pretendía seguir.
Mientras me hablaba, me clavó su mirada de pupilas negras, algo se revolvió en la memoria, algo confuso pero desagradable.
- Hace tres años me habló usted con toda claridad de lo que pensaba de mis dotes y de mi futuro, me temo que yo era aún muy inmaduro para encajar sus opiniones.
En ese momento todo cobró sentido. Las pupilas negras, que chispeaban, me condujeron hasta aquel momento del pasado. Me maldije, me maldije por estúpida, por torpe, por haber perdido los papeles… porque aquel día que él recordaba, yo olvidé todos los principios con los que trabajo.
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Me resultó difícil de creer pero mi cuerpo se movió, mi cabeza daba vueltas, tanto que en algunos momentos pensé que perdía el sentido, pero mi cuerpo siguió moviéndose con pasos cortos y suaves, entré el baño. Era de un lujo extremo, había mucha luz. Vi una banqueta forrada con la piel de algún animal y me senté, bajé la cabeza y la sujeté con las manos, la sangre me golpeaba a intervalos, tenía que esforzarme para pensar, tenía que recordar qué cosas habíamos hablado, recordar cómo se había desarrollado esta situación. Yo estaba acostumbrada a leer y a memorizar guiones. Así me sentía, como si uno me hubiera atrapado dentro.
Pasaron unos minutos y empecé a tener la cabeza más clara. Oswald Boollmon había vuelto. Hacía tres años yo le había tratado como a una cucaracha. Él no era nadie y yo no iba a permitir que me quitara la posibilidad de trabajar con Illne. Yo había deseado tanto ser la asistente de Jeremy Illne aunque fuera sólo una vez, que el chico me puso fuera de mí, no me frené, le dije que yo sólo asistía a protagonistas, que él nunca llegaría a estar en ese grupo porque su capacidad de interpretación era nula, que debería marcharse a vender hamburguesas. No quise frenarme, él no era nadie, así no volvería a hablarme. Ahora parecía conocerme profundamente, pero entonces no advirtió que era sólo rabia, creyó que le hablaba en serio. Yo apenas me había fijado en su personaje, él interpretaba a un chico joven, un poco chulo, puede que fuera exacto a él, casi no me había fijado. Y todas las cosas horribles que le dije, las había grabado a fuego. Yo no le había vuelto a recordar. Me sentí mal por él, en un estado paralelo al que tenía, sentí que había sido de una crueldad feroz y gratuita con él, no sé si es lo peor que he hecho en mi vida, no podía recordar otra situación en la que hubiera sido tan malvada. No lo hice porque deseara hacerle daño, pero no me importó hacérselo, y eso era tan grave como haberlo hecho a propósito.
Oswald Boolmom había vuelto y quería una compensación. Y tenía derecho a pedirla. ¿Pero cómo iba yo a aceptar lo él quería? Todas aquellas locuras ¿Aceptar?, Ya había aceptado, estaba allí para ducharme, en algún momento tendría que levantarme de la banqueta y ducharme, porque él me había dicho que lo hiciera. ¿Qué pensaría hacerme? Solo quería tocarme, eso me había dicho ¿Cómo iba a soportar eso un día y otro? Pero la alternativa no existía, Boollmon lo sabía, ¿Coger mis cosas y marcharme? ¿Adónde? ¿A trabajar en qué? Llevaba diez años allí, no tenía amigos fuera de este círculo. No iba a irme. No había alternativa. El plan de Boollmon podía haber sido peor, aunque me resultaba repugnante, pero solo tendría que dejarle tocarme. Nadie lo sabría. Cuatro meses, o cinco meses, eso duraría, el tiempo podía pasar rápido. ¿Cómo iba a aceptarlo? No podía aceptarlo.
Pasaron otros minutos y mi mente se quedó en blanco, eso me ayudó a descansar y relajarme un poco. Me levanté, miré los productos que ponía el hotel y los que Oswald se había traído en su neceser, tomé un sobre de gel del hotel y me duché.
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