3/12/2023

                                                               Orlando (fragmento) 



        Nibbi escuchó el quinto timbrazo y estaba a punto de colgar cuando la voz alegre y densa le acarició el oído.

    -Dime Nibbi.

    -¿Estás solo?

    -Una frase encantadora. Sí.

    -¿Puedes abrirme? Estoy al otro lado de la puerta.

    

    Escuchó unos cuantos pasos y la puerta se abrió frente a ella. Orlando llevaba una toalla escasa que comenzaba en la cadera pero bastante abajo, tanto que los ojos de Nibbi se quedaron observando como se perdía en ella el hueso de la cadera a cada lado, bajando vertiginosamente... el camino de la perdición lo llamaban las fans, pensó. Se dio cuenta de que aún no le había mirado a la cara y que él la estaría observando, su rostro acusó el pensamiento con una ligera rojez y encaró sus ojos  confiando en que su voz sonara natural.

    -Siento recibirte así –sonrió con malicia desmintiendo la excusa- iba a ducharme... pero nunca cierro, podías haber entrado… ah… se me olvidaba que querías encontrarme solo… ¿quieres pasar…?

    Nibbi tragó saliva y le miró entreabriendo los labios. Tomó aire. Miró al pasillo.

    -No. No… es necesario. Sólo… venía… sólo venía a entregarte… esto.

    Orlando se dio cuenta que todo el tiempo había mantenido una mano en el bolsillo, la sacó en ese momento con un diminuto tubo de ensayo poco más grande que una muestra de perfume. Dentro se movía un líquido verde claro. Orlando la miró con los ojos muy abiertos.

-…¿es…?

-Es… lo que me habías pedido. –Nibbi volvió a mirar al pasillo, lo pensó mejor y entró al cuarto, Orlando cerró la puerta, se quedaron hablando tras ella.

-Puedes imaginar que no actúa por sí sola. Sólo es un estímulo… pero muy fuerte. Quiero decir…

-Que tendré que poner algo de mi parte pero funciona.

-Eso… es. Sólo un poco es suficiente, puedes utilizar esta cantidad para tres veces, o cuatro… La base es una hierba maya, no entiendo… cómo pudiste intuirlo. La descripción que hiciste… casi parecía…

-¿Cercana a lo que produce?

-Exacta.

-Joder. ¿Lo has probado?

-No. Ya sabes, no experimento conmigo… pero hice pruebas en la universidad… las chicas me dejaron sus impresiones por escrito. 

Orlando sonrió ampliamente, cogió el tubo con cuidado y lo miró al trasluz.

-Bien. Lo probaremos… espero poder confirmar todas estas expectativas, y contarte que es tan bueno como tú dices.

Nibbi se giró para marcharse, cogió la manilla de la puerta, notó cómo la mano de él la cubría y la quitaba de allí con suavidad, se giró. Se encontró su rostro pegado a ella y no pudo hacer ningún movimiento porque un segundo después su boca atrapaba la suya y su cuerpo la presionaba contra la puerta. Unos segundos se dejó transportar y respondió al beso…  después cayó en la cuenta de que Orlando estaba desnudo a excepción de una escueta toalla que apenas le cubría y bajo la cual notaba otra presión algo independiente. Ese pensamiento la puso más nerviosa y tensa, Orlando empezó a percibirlo y aflojó, terminó el beso cosquilleándole los labios antes de separarlos.

-Es mi manera de decir gracias.

-No… tienes que agradecerme nada. –Nibbi salió al pasillo. 

-Haré un buen uso. –le deslizó el dedo índice por el cuello, bajo el lóbulo izquierdo, Nibbi volvió a tensarse al notar la caricia y él terminó llevándose el dedo a sus labios y rozando con él después los de Nibbi. –No te lo agradezco entonces. Nos vemos después.







            25. Nibbi.

    Después de la cena, como era costumbre, fueron a la biblioteca a hacer un buen fuego y a charlar. Orlando se ofreció a preparar las copas. Cerca de la chimenea había varios sillones bastante voluminosos, las chicas se colocaban entre ellos y banquetas de madera, o en la alfombra grande y mullida que cubría el suelo en esa parte, normalmente haciendo un círculo y conversaban a veces durante horas. Esa rutina nocturna le encantaba.

    

    Siguieron hablando de detalles de la misión y completando lagunas. Había que conseguir, le habían dicho las chicas, que cuando se montaran en las avionetas, todos supieran qué tenían que hacer en cada minuto en el exterior. Orlando comenzaba a saborear realmente esa nueva aventura y las chicas confiaban en él, podía percibirlo claramente. Eso le producía una gran satisfacción, no sólo confiaban, le estaban considerando uno más. Uno más. El guerrero número trece. Y además era real, no era una película, la actuación que tendría que hacer era mucho más intensa e importante. Hacía tiempo se había comentado que él tomaría el relevo de 007, nunca le hicieron una oferta ni él creía que encajaba en el papel, cosa que no habían tardado los tabloides en restregárselo de forma patente. Que se fueran a la porra, multiplícate por cero, como decía Bart. No sabían ni una palabra de él ni de qué podía hacer.

 

    Nibbi lo vio alejarse hasta el mueble donde estaba el bar a echarse más hielo y lo siguió, intentando que pareciera que ella iba a hacer lo mismo. Observó a las chicas desde aquella distancia.

    -¿Lo has hecho?

    Orlando se volvió de improviso, no la había sentido. El rostro de Nibbi estaba algo alterado.

    -¿Lo has puesto ya? ¿Lo está tomando?

    -Sí.


    La respiración  de Nibbi se agitó algo más, miró de nuevo al grupo que entre risas, brindaba por el éxito de Cibercat y Eve.

    -¿Quién es?...

    -No estaría bien decírtelo.

    La respuesta la contrarió aunque la esperaba. Suspiró, quizás demasiado fuerte, intentó que su voz sonara neutra.

    -El alcohol ralentizará algo el efecto, creo que separará un poco las distintas manifestaciones…

    -¿Tanto deseas saber a quién iba destinado?

    

    Nibbi se lo preguntó a sí misma, ¿por qué? ¿por qué saberlo?, si él se lo decía, las imágenes que su mente podría crear ya tendrían dos rostros perfectamente definidos, no podría frenarla, su mente dibujaría el cuerpo de los dos en la cama… recordando cuanto le habían explicado que se sentía… su estómago estaba caliente, y sentía ir su sangre más rápida… se echó por fin un poco de hielo más y bebió otro sorbo. Encaró los ojos de Orlando.

    -Sí –para torturarme, pensó Nibbi, pero eso no te importa- sí, ¿por qué no? Yo lo preparé, me gustaría saber para quien.

    Nibbi seguía fija en sus ojos marrones, sentía que la miraba de una forma extraña… estaba haciendo demasiado calor en la biblioteca, las chicas a veces se pasaban con los troncos. El se acercó un poco más.

    -¿Crees que yo debería tomar también un poco? –los extremos de su boca comenzaron a sonreír- No creo que sea perjudicial… –Orlando tomó el vaso de Nibbi y bebió. Los ojos de ella se abrieron mientras le parecía que en su cabeza comenzaban a abrirse muchas compuertas… ¿Ella? ¿Era ella? Las rodillas se le doblaron ligeramente. No, no estaba preparada para lo que estaba ocurriendo. Ahora los ojos de Orlando sonreían y brillaban.

    -Nunca pensé pedírtelo para otra. Toma, puedes seguir bebiendo, no me he pasado con la dosis. Tendrás que disculpar que te haga infringir tus normas pero la ocasión lo merece, ¿no crees?

    Nibbi le seguía mirando sin decir nada pero sus ojos abiertos aún por la sorpresa se habían vuelto dulces. Orlando dejó escapar una risa corta y apagada.

    -Soy muy malo. Lo siento. Como diste por hecho que sería cualquiera de las otras… no sé, casi fue inevitable seguirte el juego… aunque no puedo decir que no haya disfrutado haciéndolo… Y… según tu exhaustivo estudio universitario… ¿Cuánto crees que debo esperar para que juguemos juntos esta noche?

    El calor comenzó a marcharse de la sangre de Nibbi. No le había dicho esas palabras… cerró los ojos y los abrió… y allí seguía él, mirándola, con esa expresión que no quería interpretar, miró a la puerta y notó la mano de Orlando en la suya que sostenía el vaso, sus dedos acariciaron los de Nibbi deslizándose suavemente y le dio un beso en la frente justo al comienzo del pelo.

    -Deberíamos volver con las chicas y esperar un poco. Me iré diez minutos después de ti. Esta vez… no voy a dejarte huir… no busques salidas de emergencia.





    Se reunieron con las demás. Nibbi apenas podía concentrarse ya en la conversación. Pensó en el sol de Orlando tatuado en su vientre. Ella tenía ahora otro sol en el suyo, notaba como los rayos se extendían desde allí por todo su cuerpo, el calor era agradable, lo sentía ardiente pero lo justo para animar su interior, para que sus órganos se sintieran eufóricos. Estaba intentando recordar los comentarios de sus compañeras de la universidad, ¿hablaban de euforia? Estaba segura. Alguien había escrito que sus tripas reían, sí, algo así. Era cierto, la sensación se parecía, tendría que anotar “alegría interior”, sonrió, la cabeza la notaba ligera, no mareada, estaba completamente lúcida, se notaba capaz de registrar todos los detalles de la habitación y los gestos de sus amigas, todo a la vez. Miró a Orlando, su ojos recorrieron la piel de la cara, bajaron al cuello, creía que podía recordar con los ojos cerrados donde estaban todos sus lunares y sintió un deseo difícil de reprimir de lamérselos. El sol de su vientre se estaba intensificando. 

Tenía que serenarse un poco y volver a la reunión. Respiró hondo en silencio y miró a Chantarel, estaba hablando de detalles de David Hellberg, era una parte del entrenamiento. Lo llamaban una tormenta de ideas, básicamente era lo mismo que en la estrategia empresarial, todas iban apuntando datos de él, pormenores que habían observado en los videos, sin discutirlos, dejando que afloraran los recuerdos sin más, alguien apuntaba. Daba buen resultado, el estudio sobre el objetivo se volvía muy completo, como estudiar una cucaracha al microscopio, rió para sus adentros por la comparación. Necesitaba substraerse a la atracción gravitatoria que la empujaba al otro lado del círculo para poder intervenir algo y pensó en los videos, consiguió mantener la atención durante diez minutos y pudo decir algo coherente, las chicas hablaban sin parar y a pesar de que Nibbi se sentía irradiando luz y calor, nadie parecía darse cuenta, ni acusaron su escasa participación. 

    

    Escuchó la voz de Orlando aportando también él a la tormenta. Su voz la sacó total y violentamente de la concentración, comenzaba a ser demasiado fuerte, le miró y miró al fuego, de igual forma crepitaba ella por dentro. Respiró hondo de nuevo, sentía a la parte inmaterial de su ser luchando por salir del cuerpo y abalanzarse sobre él, ser como agua para derramarse sobre su piel, como aire para penetrarlo, como un fantasma para integrarse en él y respirar su aroma. Su mente volaba, no era propio de ella pensar poéticamente, tendría que apuntar también ese efecto… sintió que debía marcharse, no podía esperar demasiado. 


    El intercomunicador de Chantarel sonó de pronto, la vio sonreír ampliamente y soltó una gran exhalación. Todas sabían que eran Eve y Cibercat y que era una buena señal que llamaran tan pronto. Las escuchó unos segundos y miró al grupo radiante.

    Ch -Están en el campo IV, están muy bien, ahí tienen botellas de oxígeno y comida. Reponen un poco las fuerzas y siguen para abajo.

    Lila se levantó.

    Li -Pásamela. –Chantarel le dio el intercomunicador- ¿Ciber?... Fantástico, tan pronto… ¿Qué tal los pies?... Sí, sí… ok, vale, ¿todo bien entonces?... Magnífico, llamad cuando lleguéis al campo base. No te canses más hablando, un besazo de todos, tenemos muchas ganas de abrazaros. –colgó.- Dice que el tiempo ha sido extraordinario, no sienten ninguna congelación.    Quieren bajar cuanto antes no sea que cambie, llamarán.

    Ch -Creo ya podemos dormir tranquilas, es posible que no llamen hasta primera hora de la mañana, al menos lo peor ya ha pasado, y en el campo IV se quedaron dos sherpas. 

    O -Brindaremos por las chicas de nuevo.

    Todos alzaron las copas y brindaron por el éxito de la expedición. Nibbi miró el contenido de su copa y la alzó de nuevo.

    N -Por la vuelta a casa. 

    Escuchó a todo el grupo repetir su brindis, los ojos de Orlando miraron atentamente cómo se apuraba el vaso. No iba a dejar nada, él le había dicho que no se había pasado con la dosis, le creería, iba a tener que confiar en él… ¡Dios! dentro de unos minutos sucedería… y lo deseaba… sí, nada de huidas esta vez,  no estaba temblando, curioso, no estaba temblando… otro efecto que tendría que apuntar también.

    Nibbi se levantó, ese era un buen momento para desaparecer.

    N -Creo que yo me voy ya. Os veo mañana. –Notó en su espalda clavados los ojos y pudo percibir cómo la mirada la recorría desde la nuca hasta el talón, dejando un reguero de lava por donde iba pasando.





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