Explicando un poco los fragmentos de Orlando😉😄😄😄.
Como buena friki estuve en un grupo de fans hace años, seducida por su Légolas. Esta fue una idea de una de las fans del foro, Amelie, que escribió la primera página. A partir de ahí seguí yo. Todas las mujeres eran reales, eran fans del foro. Muchas me ayudaron dándome ideas, rasgos y preferencias para escribir sus partes, otras ya no contactaron y tuve que inventarme todo sobre ellas. Retomé el relato en la pandemia bastantes años mas tarde, no quería dejarlo a medias. Aún no acabo, me falta una de las fans y rematar. Espero que no se eternice otra vez. 😄
2.
Orlando despertó y observó las paredes y los objetos a su alrededor. Algo no encajaba. Estaría soñando aún, cerró los ojos y volvió a dormirse. Cuando se despertó de nuevo fue por una acuciante necesidad física. Se levantó extrañado pero ya no quedaba rastro del sueño tan pesado que había tenido toda la noche. Una de las puertas de aquella habitación llevaba a un baño, por lo que pudo, sin más problemas, aplacar la naturaleza.
Salió y siguió mirando con perplejidad el lugar donde estaba. Se miró, tenía un pijama de seda que no había visto en su vida. Al igual que sabía que nunca había estado aquel lugar ni nada de lo que contenía la habitación le traía ningún recuerdo.
No pudo continuar asombrándose ya que otra de las puertas se abrió y apareció una mujer con una bandeja con lo que parecía su desayuno.
-Hola. ¿Qué tal te encuentras? ¿Aún tienes sueño?
-No. Hola. Estoy bastante despejado pero confuso. ¿Dónde estoy? ¿He tenido un accidente?
-No exactamente.
-¿Qué hago aquí?
-Pues… recibir la hospitalidad de la dueña. Eres un invitado. Podríamos decir eso.
-¿Es una broma? A Kate le gusta hacer bromas pesadas pero no habría planeado esto.
-No. Ahora te parecerá una locura aberrante pero nosotras queríamos darte un tiempo para descansar, te hemos traído aquí para que tengas paz, un tiempo… hasta que te sientas bien.
-No me gustan las bromas. ¿Es esto un programa de televisión y queréis ver mis reacciones? No puede ser, no irían tan lejos. ¿Qué pasa? Dime de qué va esto.
-Lo siento. Sé que no es fácil de encajar. No debes tenernos miedo, no buscamos nada, sólo ofrecerte un tiempo de relax.
-¿Qué…? ¿Un tiempo… de relax? Pero… no es posible.. qué… qué… ¿has dicho nosotras?
-Sí. Nosotras somos doce, somos un grupo de chicas. Formamos una sociedad, una especie de empresa y todas somos mujeres, ya nos iras conociendo, somos Lila, Chantarel, Nibbi, Lalaith, Lunkel, Cawty, Eve, Cybercat, Romy, Amelie, Hesperia que soy yo y Green, por supuesto que es la anfitriona, la dueña del castillo.
-Perdona, como guión de película es pésimo. ¿Qué coño pasa aquí? ¿De qué va esto? Estoy empezando a perder los buenos modales. Basta ya de tonterías. ¿Dónde está mi ropa? Quiero que termines la broma ya y largarme cuanto antes, ya nos hemos reído bastante.
-Hablando claro Orlando. Te hemos traído aquí para retenerte por un tiempo. Los motivos te podrán parecer incomprensibles, una locura, es posible. Todas las chicas te tenemos una especial predilección y seguimos tu carrera desde los inicios, hemos visto como desde hace un tiempo, película tras película, pareces ir dando traspiés, las críticas de tus últimos trabajos se han mostrado feroces y te afectan demasiado. Puedes haberte equivocado eligiendo estas últimas películas o los críticos te han escogido para cebarse contigo, pero nos preocupa mucho cómo te sientes tú. Te estamos percibiendo triste, descuidado, enfadado…
Orlando no contestó, estaba pensando sobre las palabras que le había dicho aquella desconocida, por un momento tuvo la sensación de que miraban dentro de él.
Hesperia le preguntó.
-¿Recuerdas el ascensor del hotel?
-¿Qué?
-¿Recuerdas cuando saliste de la habitación de Kate?
-¿Ayer? Sí. Dejé a Kate dormida y salí sin hacer ruido. Después sólo tengo flases. Había una mujer vestida de negro… me sonrió.
Hesperia sonrió.
-¿Recuerdas algo más? ¿Algo dentro del ascensor?
-Me duele la cabeza cuando intento pensar en eso –Orlando se frotó la frente y cerró los ojos.
-Vale. Déjalo. Ya recordarás más.
-¿Por qué me duele la cabeza?
-Porque es un efecto secundario del narcótico. Es completamente inocuo. Desaparecerá en un par de horas más o menos, creo, y recordarás todo hasta que perdiste el sentido.
Orlando la miraba mientras hablaba. Ella estaba hablando de narcóticos, de que lo habían dormido y se lo habían llevado del hotel como si fuera completamente normal, como si hablara del tiempo que estaba haciendo aquella mañana. De pronto tenía ganas de reírse, quizá también fuera otro efecto secundario del narcótico.
-Sí, sí. La historia es genial. Anda, deja que llame a mi madre y que venga alguien a recogerme.
-Como comprenderás, no puedes hablar con tu madre. Pero no tienes que preocuparte sobre tu desaparición, tu madre ha recibido una carta igual a ésta. –Le alargó una hoja de papel escrita a mano.
Esta vez Orlando se sentó en la cama y leyó la carta mientras las manos le temblaban ligeramente. Miraba alternativamente la hoja y a la mujer con los ojos cada vez más abiertos.
-Es mi letra. ¿Cómo he escrito esto?
-No lo has escrito tú. Nuestra grafóloga, Romy, es excelente, ella lo ha hecho. No te he mentido, todo lo que te he dicho es cierto.
-Mi madre creerá lo que pone aquí. No sólo es mi letra, es mi forma de expresarme, ¿Por qué habéis hecho esto?¿Quiénes sois vosotras? ¿Pertenecéis a la CIA o a alguna agencia? ¿O sois ciberdelincuentes? ¿Es para conseguir dinero?
-No. Orlando ya te he dicho que te costaría creerlo pero somos doce admiradoras tuyas y sólo nos mueve tu salud, tu felicidad. Tendrás que perdonar que nos hayamos extralimitado. Sólo queríamos darte un espacio para reflexionar antes de que te cases con esa chica, porque no te veíamos feliz, hemos hecho una locura, lo sabemos, y te hemos conseguido un tiempo muerto.
Orlando la escuchaba con incredulidad, intentando pensar.
-No puedo desaparecer. Tengo muchos compromisos, ¿vais a mandar más cartas?¿A todos?
-Sabemos que has anulado toda tu agenda para el próximo mes. Después si quieres te ayudaremos, haremos algunas gestiones para que puedas seguir más tiempo aquí.
-Oye, tú…¿Cómo coño te llamabas tú?
-Hesperia.
-Hesperia, quiero irme. No me ocurre nada, estoy bien y puedo organizarme el futuro, no os denunciaré, te lo juro. No sé las demás, pero tú pareces normal, tienes que dejarme marchar. Puedes llamarme y podemos tener conversaciones, pensaré en lo que me digas, pero sácame de aquí. Y sácame ahora. Ya.
-Si después de este mes, te quieres marchar, te llevaremos de vuelta a Londres, y podrás seguir con tus planes. Si decides seguir con el reposo y alargar un poco más tu estancia con nosotras, te ayudaremos a arreglar otros compromisos y a dar explicaciones.
-¿Sois una secta satánica o algo así? ¿Me queréis para hacer algún rito? ¿Vais a hacerme daño?
-¡Claro que no! Lo siento, no puedo evitarte la desorientación y lo que sientes. No nos tengas miedo. Sólo necesitas algo de tiempo para asimilarlo, verás que sólo queríamos que te relajaras y que conversaras con nosotras. Es jodido haberte traído aquí en plan secuestro pero no había opciones. No podíamos invitarte de manera normal. Oye, desayuna, te hará sentir mejor. Creo que debería dejarte solo un buen rato, para que te tranquilices y descanses, luego volveré para estar otro rato contigo y contestar a más preguntas.
-¿Estoy aquí encerrado?
-Por ahora te quedarás en estas habitaciones. Tienes ahí el baño como has visto, aquella puerta da a un pequeño gimnasio… hemos traído algunas cosas que pensamos que te harían más agradable estar aquí. Cerraré la puerta por tu seguridad, podrías perderte.
Orlando miró hacia las cristaleras del balcón, estaban cerradas pero no había rejas.
-No necesitamos rejas. Son irrompibles.
-¿Qué?
-Los cristales. Son irrompibles, antibala para ser exactos. No podrías romperlos ni con un taladro. Deberías relajarte.
-Hesperia, espera. Vale. Es por dinero ¿verdad? Vais a pedir un rescate millonario, prefiero saberlo. ¿Te han encargado a ti para dar la cara? Ya tengo síndrome de Estocolmo, vale, eres muy buena, lo haces muy bien. Dime la verdad. Dime cuánto, acabemos con esto, estoy dispuesto a colaborar, no tenéis que hacerme daño.
-No nos interesa tu dinero. No nos dedicamos a la extorsión. Es el primer día y es demasiado para aceptarlo. Deberías desayunar y dormir algo más, volveré. Te dejo un intercomunicador. Mi numero es el 8 –le dio a Orlando un pequeño teléfono- Llámame si quieres algo.
3.
Orlando se quedó solo de nuevo. Prefirió no insistir, quizá era mejor darse un tiempo para pensar en lo que estaba sucediendo. Parecía real, acababan de secuestrarle. Estaba pasando. La idea de que fuera una broma preparada se iba disipando cada vez más, no se hubieran atrevido a hacerlo de forma tan real. No era un sueño, de eso estaba seguro, así que todo apuntaba a que era un secuestro real. ¿Para conseguir qué? Esa chica, Hesperia le había repetido varias veces que no querían dinero, aunque las explicaciones que le había dado eran delirantes, no podía creerla. Y el no creerla suponía que estaba en peligro. Debería estar sintiendo miedo pero no lo percibía claramente. Era como si su cerebro ordenara sentir miedo, estar prevenido pero subconscientemente se sentía tranquilo, confiado. Esa bifurcación entre su mente y sus sextos sentidos le hacía sentir mal.
Además estaba toda esa palabrería de 007, esa puesta en escena de una KGB cutre le exasperaba, los cristales antibala, eso se lo había inventado sobre la marcha. Cogió una silla y fue hacia la cristalera, la levantó y con todas sus fuerzas golpeó uno de los cristales. El impacto se revolvió contra él, la fuerza pareció duplicarse al golpear aquella lámina que era idéntica a un cristal muy delgado y la silla rebotó hacia dentro, se escapó de sus manos y golpeó una pared de enfrente. Cerró los ojos presintiendo el estruendo que acababa de hacer pero de forma igualmente sorprendente sólo escuchó dos golpes sordos hasta que la silla se paró en el suelo. ¿La habitación estaba insonorizada? Iba a tener que empezar a creer. Dio patadas en el suelo y en las paredes, los sonidos no pasaban de leves ecos sordos. La habitación estaba preparada exactamente para eso, el suelo y las paredes debían tener varias capas de algo que amortiguaba los ruidos. Iba a tener que creerse aquella historia delirante. ¿Qué más le había dicho? Lo del castillo. Estaba en un castillo, eso sí parecía ser cierto. A través de la ventana se veía una campiña extensa y al fondo comenzaba un bosque de árboles bastantes altos, no se veía camino ni carretera, posiblemente no daba a la entrada principal. Se frotó los brazos, la fuerza del golpe le había obligado a soltar la silla pero ahora se daba cuenta de que se había hecho daño. Siguió frotándose mientras observaba por la ventana y empezó a sentir mucha hambre.
-Dicen que el hambre y el miedo son incompatibles así que no tengo demasiado miedo y la verdad no sé por qué.
Levantó la silla caída y se sentó en la mesa donde Hesperia había dejado la bandeja. Tenía auténtica hambre, como si llevara muchas horas sin comer. Por primera vez pensó que quizás no fuera aquella madrugada cuando se lo habían llevado del hotel.
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