VAR AL II (continúa)
Para Var Al
Pasó mucho tiempo hasta recibir el siguiente mensaje, llegaron algunos más, muy espaciados, cada vez más ocultos y recónditos. Básicamente me decía que estaba bien, que confiara en él, en su buen juicio.
Después llegó uno algo extraño, sin guardar las precauciones de los anteriores, me decía que volvía, que vendría a verme pero que no debía decir nada, vendría de incógnito y se marcharía pronto otra vez.
Cuando apareció, me inundó una alegría antigua. Me sentí muy feliz al verle tan bien, tan sonriente, tan fuerte, se notaba que había seguido ejercitándose allí, también había dejado crecer el cabello y lo tenía bastante largo, lejos de la apariencia de un padawan.
Nos abrazamos
De pronto un dolor lacerante atravesó mi abdomen, el resplandor de su espada laser iluminó la estancia y nuestros rostros de una luz rojiza. La incomprensión fue más dolorosa que la cauterización de la carne, miré mi cuerpo atravesado y le miré a él, buscando una respuesta.
-Te he mentido… no estaba meditando… no he podido sustraerme ni alejarme del lado oscuro, lo deseo, deseo el poder que se me ha prometido, me han estado formando para unirme a los sith… era inevitable… esta es otra prueba… me lo han ordenado…
Voy a unirme a ellos… ahora me dirán adónde debo ir…
No entendí más de sus palabras. Aunque por un momento creí ver en sus ojos que se conmovía. Caí en un pozo negro.
…————….
Desperté. No sabía donde estaba, miré alrededor y no reconocía la estancia. Pero al intentar moverme me sacudió un latigazo horrible de dolor. Gemí y me quedé quieta de nuevo. Todos los recuerdos de lo que había pasado llegaron de golpe pero estaba confusa, mi mente se negaba a creer lo que había ocurrido, lo que había hecho Var Al de pronto… y que no estuviera muerta. Recordaba perfectamente esa sensación de que era el fin.
Escuché abrirse la puerta y él apareció. Tenía el rostro serio. Se acercó al catre pegado a la pared metálica y se sentó en una silla que estaba allí. Me acarició la frente y el cabello mientras me miraba.
Retiró la sábana y subió un poco la ropa para dejar al descubierto una de las heridas que no podía ver, era incapaz de erguirme ni siquiera un poco, pero noté rápidamente alivio. Var Al había cerrado los ojos, supe que estaba tocándola y aplicando una técnica para curar con La Fuerza.
-Tengo mucho que contarte maestra.
No podía decirte nada, cuando llegué me estaban vigilando, tenía que dejarles ver dentro de mi mente. Si te hubiera contado algo, no habría podido convencerlos. Ahora piensan que te he matado y están más relajados. ¿Duele mucho todavía?
No podía asimilar lo que decía. Acababa de despertarme, descubriendo que aún vivía, y que Var Al, que me había atravesado con su sable láser, que ahora era rojo, me estaba curando. Y ahora estaba hablando de siths, nada tenía sentido. Intentaba procesar sus palabras.
-No entiendo nada, si no estoy muerta, todo esto es una locura… -gemí, la agitación me había hecho moverme y el dolor volvió.
-No estás muerta. La espada láser no tocó ningún órgano vital, estuve practicando y estudiando para hacerlo con una precisión milimétrica… aunque la verdad es que por un momento sentí pánico de equivocarme. -volvió a tocar la herida con sus dedos y concentrarse.
-Esto es irreal, no puedo creerlo, ¿y más relajados? ¡¿Quiénes?!
-Los sith, el grupo entre los que voy a infiltrarme.
- ¿Cómo vas a infiltrarte en un grupo de siths? Eso es imposible.
-Los sith me han estado enviando mensajes, les he dejado creer que dudaba, que era atraído por el lado oscuro pero también por las enseñanzas jedi, sin decidirme por mucho tiempo.
-No puedes estar seguro de que te hayan creído. Detectarán la mentira. Es mucho mas peligroso que lo que percibía en ti antes de irte.
-Por eso te llevo. Te necesito. Antes de mi estancia en la luna de Endor visité algunos templos Jedi en planetas muy alejados. Tenían unas bibliotecas magníficas que ahora están semiabandonadas, con sus maestros responsables presa del desánimo. Apenas reparaban en mí. He recopilado mucha información sobre los Sith y el Lado Oscuro. El Consejo jamás habría permitido que hiciera algo así, no quieren enfrentarse a ellos, el miedo a dudar y ser captados les paraliza. He leído y he practicado mucho, comencé por cosas simples, ocultarme unas horas, dejar la mente en blanco, proyectar en la mente una imagen irreal…
-Var Al, sería mucho más prudente averiguar donde están y ponerlo en conocimiento del Consejo.
-Entonces no sabríamos más que eso, no sabríamos qué numero son, si cuentan con otras fuerzas, quien los comanda, si hay otros grupos con los que estén conectados… es una oportunidad que no va a volver a presentarse. Para enfrentarlos necesitamos toda la información posible.
-¿Y no sientes miedo de ser atraído al lado oscuro, de que no funcionen tus conocimientos o tu determinación?
Me miró mientras su rostro serio traslucía que no estaba seguro pero que no iba a abandonar su plan.
-Si tenemos éxito, cuando volvamos a Coruscant solicitaré pasar las pruebas Jedi, Y esto ya no será una falta grave. -subió mi ropa algo más, descubriendo los senos y comenzó a lamer los pezones. Entre sus muchas habilidades, ciertamente esta no era la menor.
-¿Qué haces?¿Cómo puedes pensar en esto ahora?
-Te debo una enorme disculpa. -sonrió levemente-Y hay algo mas, aparte que me encanta su sabor, cuando teníamos sexo, en aquella etapa tan interesante y corta, notaba perfectamente cómo la Fuerza transmigraba entre nosotros, notaba incluso que se mezclaba y volvía a cada uno con sensaciones y recuerdos del otro. Estoy seguro que tú también lo percibías. Después me sentía tan seguro, tan poderoso, tan inundado de ella, que mientras viajemos debemos repetirlo, como parte del entrenamiento. Necesitamos esa conexión. Claro que cuando estés recuperada del todo.
-Es un argumento coherente y la técnica para convencerme muy hábil pero ya veremos, tenemos que hablar mucho mas. Y -no pude impedir una mueca de dolor- vuelve a doler.
-Lo siento. Voy a calmarlo. -Deslizó la mano izquierda por la espalda hasta llegar al orificio de salida y la derecha igual que antes recubrió el del abdomen, esta vez sin que su boca abandonara los pezones alternándolos. -Duerme, descansa.
Acerqué mi mano y la puse sobre la suya mientras concentraba mi pensamiento igual que él. Noté como producía un efecto doble sobre la herida, era cierto que podíamos combinarlas y sumar su potencia.
Pude erguirme un poco y coger su cara con las manos para besarle.
-Si tenemos éxito, tendremos que inventar una historia creíble y sólida sobre la información que consigamos. Lo que hagamos deberá ser otro secreto que tendremos que guardar para siempre.