12/08/2024

 

                    VAR AL II  (continúa)


                                                                                                Para Var Al



Pasó mucho tiempo hasta recibir el siguiente mensaje, llegaron algunos más, muy espaciados, cada vez más ocultos y recónditos. Básicamente me decía que estaba bien, que confiara en él, en su buen juicio.


Después llegó uno algo extraño, sin guardar las precauciones de los anteriores, me decía que volvía, que vendría a verme pero que no debía decir nada, vendría de incógnito y se marcharía pronto otra vez.


Cuando apareció, me inundó una alegría antigua. Me sentí muy feliz al verle tan bien, tan sonriente, tan fuerte, se notaba que había seguido ejercitándose allí, también había dejado crecer el cabello y lo tenía bastante largo, lejos de la apariencia de un padawan.


Nos abrazamos


De pronto un dolor lacerante atravesó mi abdomen, el resplandor de su espada laser iluminó la estancia y nuestros rostros de una luz rojiza. La incomprensión fue más dolorosa que la cauterización de la carne, miré mi cuerpo atravesado y le miré a él, buscando una respuesta.

-Te he mentido… no estaba meditando… no he podido sustraerme ni alejarme del lado oscuro, lo deseo, deseo el poder que se me ha prometido, me han estado formando para unirme a los sith… era inevitable… esta es otra prueba… me lo han ordenado…

Voy a unirme a ellos… ahora me dirán adónde debo ir…


No entendí más de sus palabras. Aunque por un momento creí ver en sus ojos que se conmovía. Caí en un pozo negro.





…————….






Desperté. No sabía donde estaba, miré alrededor y no reconocía la estancia. Pero al intentar moverme me sacudió un latigazo horrible de dolor. Gemí y me quedé quieta de nuevo. Todos los recuerdos de lo que había pasado llegaron de golpe pero estaba confusa, mi mente se negaba a creer lo que había ocurrido, lo que había hecho Var Al de pronto… y que no estuviera muerta. Recordaba perfectamente esa sensación de que era el fin. 


Escuché abrirse la puerta y él apareció. Tenía el rostro serio. Se acercó al catre pegado a la pared metálica y se sentó en una silla que estaba allí. Me acarició la frente y el cabello mientras me miraba. 

Retiró la sábana y subió un poco la ropa para dejar al descubierto una de las heridas que no podía ver, era incapaz de erguirme ni siquiera un poco, pero noté rápidamente alivio. Var Al había cerrado los ojos, supe que estaba tocándola y aplicando una técnica para curar con La Fuerza.


-Tengo mucho que contarte maestra.

No podía decirte nada, cuando llegué me estaban vigilando, tenía que dejarles ver dentro de mi mente. Si te hubiera contado algo, no habría podido convencerlos. Ahora piensan que te he matado y están más relajados. ¿Duele mucho todavía? 


No podía asimilar lo que decía. Acababa de despertarme, descubriendo que aún vivía, y que Var Al, que me había atravesado con su sable láser, que ahora era rojo, me estaba curando. Y ahora estaba hablando de siths, nada tenía sentido. Intentaba procesar sus palabras.    

-No entiendo nada, si no estoy muerta, todo esto es una locura…  -gemí, la agitación me había hecho moverme y el dolor volvió.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  

          -No estás muerta. La espada láser no tocó ningún órgano vital, estuve practicando y estudiando para hacerlo con una precisión milimétrica… aunque la verdad es que por un momento sentí pánico de equivocarme. -volvió a tocar la herida con sus dedos y concentrarse.

-Esto es irreal, no puedo creerlo, ¿y más relajados? ¡¿Quiénes?!

  -Los sith, el grupo entre los que voy a infiltrarme.    

- ¿Cómo vas a infiltrarte en un grupo de siths? Eso es imposible.             

-Los sith me han estado enviando mensajes, les he dejado creer que dudaba, que era atraído por el lado oscuro pero también por las enseñanzas jedi, sin decidirme por mucho tiempo.

-No puedes estar seguro de que te hayan creído. Detectarán la mentira. Es mucho mas peligroso que lo que percibía en ti antes de irte.

-Por eso te llevo. Te necesito. Antes de mi estancia en la luna de Endor visité algunos templos Jedi en planetas muy alejados. Tenían unas bibliotecas magníficas que ahora están semiabandonadas, con sus maestros responsables presa del desánimo. Apenas reparaban en mí. He recopilado mucha información sobre los Sith y el Lado Oscuro. El Consejo jamás habría permitido que hiciera algo así, no quieren enfrentarse a ellos, el miedo a dudar y ser captados les paraliza. He leído y he practicado mucho, comencé por cosas simples, ocultarme unas horas, dejar la mente en blanco, proyectar en la mente una imagen irreal…

-Var Al, sería mucho más prudente averiguar donde están y ponerlo en conocimiento del Consejo.

-Entonces no sabríamos más que eso, no sabríamos qué numero son, si cuentan con otras fuerzas, quien los comanda, si hay otros grupos con los que estén conectados… es una oportunidad que no va a volver a presentarse. Para enfrentarlos necesitamos toda la información posible.

-¿Y no sientes miedo de ser atraído al lado oscuro, de que no funcionen tus conocimientos o tu determinación?

Me miró mientras su rostro serio traslucía que no estaba seguro pero que no iba a abandonar su plan.

-Si tenemos éxito, cuando volvamos a Coruscant solicitaré pasar las pruebas Jedi, Y esto ya no será una falta grave. -subió mi ropa algo más, descubriendo los senos y comenzó a lamer los pezones. Entre sus muchas habilidades, ciertamente esta no era la menor. 

-¿Qué haces?¿Cómo puedes pensar en esto ahora? 

-Te debo una enorme disculpa. -sonrió levemente-Y hay algo mas, aparte que me encanta su sabor, cuando teníamos sexo, en aquella etapa tan interesante y corta, notaba perfectamente cómo la Fuerza transmigraba entre nosotros, notaba incluso que se mezclaba y volvía a cada uno con sensaciones y recuerdos del otro. Estoy seguro que tú también lo percibías. Después me sentía tan seguro, tan poderoso, tan inundado de ella, que mientras viajemos debemos repetirlo, como parte del entrenamiento. Necesitamos esa conexión. Claro que cuando estés recuperada del todo.

-Es un argumento coherente y la técnica para convencerme muy hábil pero ya veremos, tenemos que hablar mucho mas. Y -no pude impedir una mueca de dolor-  vuelve a doler.

-Lo siento. Voy a calmarlo. -Deslizó la mano izquierda por la espalda hasta llegar al orificio de salida y la derecha igual que antes recubrió el del abdomen, esta vez sin que su boca abandonara los pezones alternándolos. -Duerme, descansa.

Acerqué mi mano y la puse sobre la suya mientras concentraba mi pensamiento igual que él. Noté como producía un efecto doble sobre la herida, era cierto que podíamos combinarlas y sumar su potencia.

Pude erguirme un poco y coger su cara con las manos para besarle.

-Si tenemos éxito, tendremos que inventar una historia creíble y sólida sobre la información que consigamos. Lo que hagamos deberá ser otro secreto que tendremos que guardar para siempre.





                                                                                                       

10/27/2024





                Romy en la Terma. (Orlando fragmento)

Romy hizo un descanso, se levantó y dio algunos paseos sin rumbo por la habitación. Su cabeza seguía llena de las imágenes que estaba forjando para él. Escribirlo había sido una buena idea pero al hacerlo, había conseguido materializar sus ansias. En parte había estado lamiéndolo, casi había notado la penetración igual que el personaje del relato, casi se le había escapado un grito mientras lo escribía y al mismo tiempo notaba en su cuerpo el vacío y las ganas, su cuerpo le pedía, la apremiaba para concederse una compensación. No tenía valor para llamarlo y pedírselo, por ahora le parecía inconcebible. Pensó en el lugar donde más cerca había estado de él y se fue sin más. No se encontró a nadie, llegó hasta la puerta que comunicaba con los pasillos de la piscina y caminando febril, igual que había llegado hasta su ordenador, entró en el recinto de la piscina y cerró la puerta. Agradeció a los dioses que nadie había tenido su misma idea. Se desnudó con prisa y se tiró al agua. Allí dentro hizo varios largos, quería agotarse un poco, sentirse cansada, que de esa manera pudiera escapar parte de la energía que la desbordaba. Cuando ya no pudo dar una brazada más, se dejó flotar sobre la espalda. Recordó a Orlando allí, estiró las manos igual que había hecho aquel día para sentir la piel de su espalda, recordó cómo se sintió al rodearlo, al estrecharlo contra ella. Y cuando él se volvió y le tocó el pelo, recordó cómo sus manos bajaron acariciándole el cuello y los hombros, y cómo de pronto su mano le recubrió un pecho con una ligera presión. Sabía que esas caricias no eran para ella pero ¡qué demonios! ella estaba allí, y él sabía que ella, quienquiera que fuera, le deseaba. Encontró su mano y le hizo tocarla de nuevo, le hizo presionar de nuevo mientras el pezón se alzaba desafiante contra la palma. Suspiró.

No iba a nadar más. Ya no había más excusas, ni más demora, su brazo se movió lentamente hasta que sus dedos se posaron sobre el sitio que la había estado esperando. Muy despacio, para poder seguir flotando, los dedos recorrieron el pequeño montículo, a pesar de haber estado nadando la excitación con la que se había marchado de su cuarto era igual o aún más, notaba perfectamente la humedad almibarada que no podía confundirse con el líquido elemento. Nada más hundir su dedo dentro de la vulva notó como se corría dentro del agua, su fluido era más caliente aún que el agua de la terma. No paró, siguió deslizándose el dedo por los labios, por el clítoris y se dejó llevar, no reprimió tampoco los gemidos ni los conatos de gritos, y notó como se corría una y otra vez, sin que consiguiera calmar su furia. Más por agotamiento que por saciedad decidió poner fin a su  pequeña fiesta privada y sonriendo salió de la piscina y se estuvo secando. Rió entre dientes. No es que no tuviera vida sexual, tenía amigos en su otra vida paralela y algunas aventurillas en las misiones, pero como Orlando no acabara de ponerla en su mira telescópica, iba a tenerse que comprar un vibrador para poder aguantar aquel mes allí. 

Ese pensamiento la puso de buen humor, terminó de secarse y se puso los pantalones y la camiseta, tenía mucho calor para ponerse nada más, se calzó y se fue despacio hacia la puerta. Frente a ella dedicó un último pensamiento al tiempo de placer que se había concedido, sonrió de nuevo y cogió el tirador de la puerta apretándolo con firmeza, abrió la puerta de un tirón y al ir a salir se dio de bruces contra él. No le dio tiempo a interrumpir el movimiento de su cuerpo y acabó estampándose contra su pecho y dándole un ligero cabezazo en el hombro. Orlando la sujetó antes de que rebotara hacia atrás.

-¡Lo siento! He salido demasiado deprisa.

-No, -rió Orlando- yo venía pasado de velocidad, ¿Te he hecho daño?

-No. ¿Y yo a ti? Creo que te he dado un buen cabezazo.

-No. No te preocupes. No me duele, ¿Ya te vas?

-Hmmmm sí, es que… he… estado un buen rato… nadando. –Escuchaba dos voces en su interior ordenándole direcciones distintas.

-¿No quieres nadar un poco más?

-Es que… ya… me iba. Acabo de secarme.

-Bueno. Luego te veo. – Orlando se había despegado de ella y se hizo a un lado para dejarla salir al pasillo. Romy vio cómo bajaba ligeramente la vista y la fijaba en la camiseta de ella. Orlando se dio cuenta de adónde estaba clavado y volvió a subir la mirada algo bruscamente. Ella empezó a caminar por el pasillo sin entender qué había sido ese baile. Escuchó la puerta de la piscina cerrándose, y se miró. La camiseta con la humedad de la terma se había pegado a su cuerpo y sus pezones se vislumbraban perfectamente erguidos y duros como dos fresones bajo la tela. Sus mejillas se cubrieron de un rubor de adolescente, ¡vaya! se le habían ido los ojos, sonrió, eso podía ser una señal de que quizás sucediera pronto su sueño. Siguió caminando y pensando, de pronto le vino otra idea a la cabeza en la que no había reparado, ¿y si Orlando hubiera llegado quince minutos antes? El rubor se convirtió en un rojo escarlata, y de nuevo el pensarlo la estaba encendiendo. No podía ser, ese hombre era un espíritu maligno, no era posible que de nuevo estaba siendo poseída por él. No había remedio ni cura, salvo penitencia, escribir.

 Llegó a su cuarto y se sentó de nuevo, releyó lo que había escrito y sonrió satisfecha. Poco después su mirada empezó a alejarse, se entreabrió su boca mientras expulsaba el aire con jadeos imperceptibles…




10/08/2024




 

-El método Boollmon (fragmento II)


La semana siguiente Boollmon tenía que memorizar una gran cantidad de escenas, estuvimos muchas horas encerrados en la suite o en mi despacho del estudio, repasando una y otra vez las frases, había trozos que le costaban especialmente, los grabamos y él los escuchaba de su voz una y otra vez. Comenzaba la parte más intensa del rodaje, se rodaban las escenas varias veces, algunas las repitieron tantas que se perdía la cuenta, cuando el director se mostraba satisfecho, se empezaba a rodar la siguiente, los actores que no intervenían, estaban por todo el estudio, ensayando, trabajando con los asistentes, se les llamaba cuando les tocaba rodar. Todo el equipo tenía estrés.

Llegábamos a la suite agotados pero la adrenalina no bajaba rápidamente. Algunas noches,  Oswald me llevó a tomar copas, por supuesto de incógnito. Conocía ya qué zonas estaban más animadas y le encantaba llegar a un local y sentarse a observar a la gente mientras se tomaba lentamente su whisky. Podía pasar dos horas o mas, sentado, sin pronunciar una palabra. Algunas veces nos quedamos hasta muy tarde, me pedía que bailara, y me miraba mientras seguía bebiendo. Boollmon recordaba, eso me dijo, que me gustaba bailar. Era cierto, bailar me ponía de buen humor, me servía tanto para descargar el estrés como para animarme si estaba algo deprimida. Algunas veces, después de mirarme bastante rato, se animaba él también, siempre elegía canciones sensuales, en las que pudiera acercarse, pegarse a mí, sus manos recorrían mi espalda, mis caderas.


Una noche de esas me dijo:

-Mira a todos los hombres que están aquí, quiero que elijas a uno, ¿Cuál es el que más te gusta? ¿A quién elijes?

Miré en derredor, estuve fijándome en sus caras, en cómo vestían, en cómo bailaban. Finalmente escogí a uno cualquiera y le indiqué donde estaba y como estaba vestido.

-¿Ese? Tenía entendido que no te gustaban tan jóvenes. A ti te gustan los octogenarios.

-¿Qué? ¿De donde ha sacado esa tontería?

-Te gusta Illne que es como Matusalén. Bueno centrémonos en ese hombre. Míralo bien. Tómate tiempo. Dime como es.

-¿Cómo es?... Bueno, yo diría que… no lleva mucho tiempo en la ciudad, está buscando amigos, es posible que haya dejado la universidad y sus padres están enfadados, quiere probar suerte.

-¿Actor?

-No, no sé por qué pero no parece actor, quizá guionista, o quizá le gustaría dirigir, quizá ha hecho algún corto.

-Bien. ¿Qué tipo de mujeres le gusta? 

- Eso es difícil. ¿Cualquiera?

-No, piensa un poco. Sigue inventando.

- Le gustan…  las mujeres tristes. Las busca para robar historias, las ha ido encontrando en su viaje por todo el país, mujeres con dramas, con frustraciones, ha descubierto un caudal inmenso de historias para escribir, es guionista, estoy segura.

Boollmon sonreía.

-Casi me echo a llorar yo también. ¿Quieres que te obligue a hablar con él?

-No, no quiero hablar con él. No me interesa, sólo era un juego tonto.

-Dezh, si pronuncias esas palabras, ya sabes que apenas puedo resistirme. ¿Sigues olvidando los primeros principios o es que es un sí? Está bien, pensé que te gustaría ver si habías adivinado algo, no te obligaré si no quieres.


Le miré a sus ojos oscuros. Mi respiración se agitó, algo en mi cabeza había cambiado, un programa había alterado su funcionamiento, “un programa una vez establecido no puede ser modificado…” ¿de qué película era? Boollmon también me miraba, esta vez estaba segura que no tenía ni idea de lo que yo estaba pensando. Me levanté y me fui a hablar con aquel chico. Estuve un rato, Boollmon nos miraba desde la mesa, estaba demasiado lejos para oír la conversación, pero nos veía bien. Después de un rato, el desconocido empezó a acariciarme, supuso como parecía obvio, que yo me había acercado para ligar. Miré a Boollmon, el me hizo señas para que volviera. Me disculpé con él, le ofrecí alguna excusa, me dio su número de móvil, lo cogí.


Boollmon me esperaba ya de pie.

-Vámonos.


Tardó bastante rato en hablar, yo conducía camino del hotel, nos cruzábamos con otros coches, las luces iluminaban el interior por unos instantes. Creí que no iba a pronunciar ni una palabra en el trayecto pero no fue así, de pronto me preguntó.

-Bueno, cuéntame ¿Es guionista?

-No. No he acertado mucho, esa es la verdad. No tiene nada que ver con el cine. Sólo adiviné una cosa, ha llegado hace poco y no ha hecho amigos aún. Su empresa le ha enviado aquí, es ingeniero. Acaba de licenciarse con muy buenas notas, y le han ofrecido un buen puesto aunque lejos de su casa.

-¿Te hubiera gustado quedarte?

-No.

-No volveré a hacerlo.

-¿El qué?

-Ponerte ante el conflicto de elegir.



9/14/2024



33.- Hesperia (Orlando fragmento)

La última noche antes del viaje a China, Orlando tardó en acostarse, estuvo mirando y colocando de nuevo su pasaporte falsificado al lado de sus nuevas gafas, su equipaje de mano… todo estaba preparado sobre la mesa, lo movió de nuevo para que estuvieran perfectamente alineados, fue al baño y dio una vuelta por si hubiera olvidado algo, paseó por la habitación, cogió La Ilíada, se la llevó a la cama y se tumbó, tardó casi diez minutos antes de dejar el libro en la mesilla, había leído veinte veces la misma línea sin llegar a enterarse de quien hablaba. Se estiró, se giró, se puso boca abajo, cogió los auriculares y escuchó un rato a Buckley, la música consiguió relajarlo y le hizo dormir un par de horas.

Despertó con facilidad del sueño ligero, se notó descansado, fresco y totalmente desvelado. Demasiada adrenalina… y un problema a resolver, sólo… o en compañía… sonrió, decidió que iría de excursión. Cogió algo para cubrirse y se encaminó por el pasillo un par de puertas más abajo. La dueña descansaba ajena a todo el maremagnum que les esperaba por la mañana y que acosaba ferozmente a su agente libre. Hesperia dormía con la placidez de alguien a mitad de unas vacaciones, estaba girada hacia la pared y además de la almohada para la cabeza, tenía otra colocada a lo largo de su cuerpo sobre la que descansaba el brazo y la pierna derecha.

-Perfecto –pensó Orlando que conocía esa costumbre.

Ella le había le había dicho varias veces que podía venir y despertarla alguna noche, que le parecía muy erótico, aunque aún no lo había hecho. Se acercó a la cama, se quitó la bata y se fue metiendo bajo las sábanas con todo el sigilo que le fue posible para no despertarla. Profundamente dormida, en sueños, acusó el contacto arqueando la espalda y pegando el trasero ligeramente al infiltrado. El estímulo fue fuerte, como una descarga, respiró hondo en silencio para contenerse, un poco después deslizó su mano hacia la pierna de ella que descansaba encima de la almohada extra y extendió la palma abierta en el muslo, cerca de la rodilla, la acarició muy despacio en dirección a él, bajó en un momento dado y siguió la caricia por la parte interna del muslo, la piel era suave y fina. Su contacto y su olor sumado a la excitación que ya experimentaba, le hacían tener que duplicar la concentración. Su mano siguió recorriendo centímetros lentamente y se encontró al poco en una amplia curva después de la cual tocó la camisola de seda que llevaba puesta únicamente. 

–Perfecto de nuevo. 

Extremó la delicadeza en sus dedos para tocarla bajo la curva, el camisón de seda, en el sueño, se había replegado hasta terrenos más septentrionales, lo cual facilitaba muchísimo su incursión. Quería que la caricia fuera muy suave, llegó hasta los labios y reconoció el terreno, con cuidado, pasó los dedos a lo largo de la vulva, investigando sus pliegues. No parecía que el contacto fuera a despertarla, así que decidió ir un poco más lejos, se mojó los dedos con saliva y bajó de nuevo, dejó que su dedo índice recorriera el filo de los montes, bajando de vez en cuando a las trincheras húmedas. Esta vez la durmiente sí acusó la caricia, presionó con la pierna sobre la almohada mientras suspiraba en sueños. Aprovechó para colocar su dedo sobre los labios internos y lo dejó quieto oprimiéndolos levemente como si formara parte del mismo movimiento de su dueña. Al poco, ella aflojaba la presión del muslo sobre la almohada y su respiración volvía a ser lenta y rítmica, esperó un poco más, y volvió al mismo juego de antes. Esta vez cubrió también de abundante saliva la entrada de la vagina y con el mismo sigilo, uno de sus dedos se dispuso a entrar. Los ejercicios que le habían enseñado conseguían que cualquier parte de su cuerpo se moviera con esa lentitud y sutileza, avanzando por milímetros, se había propuesto no despertarla hasta bastante más avanzada su invasión y empezaba a confiar en que iba a conseguirlo. La operación Insomnio en la Selva estaba cerca de completarse con exito, rió en silencio por el horrible nombre que se había inventado.

Dejó uno de sus dedos dentro mientras los demás seguían acariciando la superficie exterior. Ella volvió a pegarle la grupa y su miembro se colocó entre los dos hemisferios. De forma instintiva, al notarlo allí, la durmiente se arqueó de nuevo y se frotó con él, Orlando tuvo que hacer un gran esfuerzo de concentración para desviar su mente del apéndice que empezaba a sentir más duro de lo que deseaba e intentar que se relajara sin mucho éxito. Volvió a a tocarla, esta vez ahondando más entre los labios y buscando que la excitación bajara sus defensas y facilitara la ocupación. Hesperia se removió varias veces aunque con movimientos cortos y sin cambiar de postura. Ya no esperó más, a oscuras y a tientas se colocó el preservativo, recorrió con los dedos de nuevo la parte interior de su muslo dulce, hasta llegar a la entrada, sujetó su pene allí y respiró en silencio profundamente, sus riñones presionaron y empezó la incursión, como un ariete que penetrara por fin por las puertas esceas de Troya, consiguió que su miembro fuera apenas avanzando, pulgada a pulgada, un ariete aqueo que triunfante, conseguía derribar las defensas troyanas… 

De pronto notó la mano de Hesperia, algo alterada le palpó recorriendo su trasero y su espalda.

-… eh… ¿qué…  ¿quién… ¡Orlando!... eres tú…

-Buenas noches, ¿puedo pasar? – La agitación de su respiración duró apenas unos segundos, después la sintió sonreír en la oscuridad.

-Normal… -bostezó ligeramente- mente, eso se pregunta antes de entrar.

- …mmm… sí. –le dio un beso en el hombro- Pero… no quería despertarte.

-No sé por qué me cuesta creerlo. –Se movió, haciendo que la penetración avanzase un poco más, su mano fue de nuevo al trasero de él para apretarle contra ella.

-No, no, espera, no corras tanto. Estoy practicando los ejercicios tao con él. Ya ves que he conseguido que se mueva milimétricamente, ¿crees que puede haber más concentración y precisión?

Escuchó como ella reía. 

-Está bien –aflojó un poco su cuerpo- ¿No podías dormir? ¿Estás nervioso?

-Supongo que es eso, de pronto me he encontrado despierto y no sentía que el sueño iba a volver. No tengo miedo, pero creo que un poco de responsabilidad sí, no quiero fallar –sus riñones empujaron algo al pene y ella suspiró.

-No vas a fallar.

-Gracias por tu confianza, yo… hemos entrenado muy duro… todo… creo que va a ir bien. Quizá lo que me tiene despierto, es… la adrenalina.

-¡Ah! Es cierto, ¿cómo no me había acordado? Fue precisamente tu adrenalina la que nos hizo… -enfatizó la palabra-  pro-fun-di-zar… en nuestra amistad, aquella primera vez. –Hesperia notó cómo se endurecía el pene y se impulsaba algo más dentro de ella. -¿Y eso? ¿Pierdes concentración?

-Eres una malvada –la escuchó reír de nuevo- me has hecho recordarlo… la imagen se presentó muy fuerte, ¿así que profundizar?... ya te lo devolveré.

-Casi era la misma postura… yo estaba inclinada sobre…

Esta vez notó la cara de él pegarse en su espalda, sintió sus ojos cerrados, mientras el cuerpo de ella se agitaba intentando evitar que saliese la risa que la recorría. En ese momento Orlando abrió algo más la boca sobre su piel y los dientes ligeramente se hundieron en la carne, lo hizo unos segundos hasta recuperar la concentración y volver a calmar su pene, pero la vagina se cerró apretándole dentro y de nuevo le obligó a otro esfuerzo heroico para detener lo que comenzaba a ser una reacción nuclear en cadena.

-Lo siento. –le dijo al separar la boca de su piel.

Ahora ella jadeaba rítmicamente.

-Muérdeme más fuerte.

Esperó unos segundos mientras la escuchaba. El sonido de su jadeos le deleitaba. Muy suave se escuchó acompañándola en ellos, exhalando el aire sobre su espalda. La mordió de nuevo.

-Más fuerte… un poco más…

-Como tú quieras -dejó que la inteligencia militar viajara hasta la base inferior, siguió jadeando al mismo ritmo que ella, y obedeció, volvió a clavarle los dientes, la escuchó gritar mientras las contracciones en la vagina le indicaban claramente que se estaba corriendo, colocó sus dedos en los lugares sagrados y no le consintió relajarse, mientras la acariciaba, su miembro seguía moviéndose y acusando los espasmos del interior, sus dientes buscaron otro lugar, cerca, para hundirse de nuevo, y su miembro, cada vez más excitado, buscaba, de forma irracional, ahondar más en el cuerpo y ella respondía pegándose a él con el mismo objetivo. En una de las últimas contracciones de un orgasmo de Hesperia se corrió gimiendo con ella.


Cuando recuperó el aliento salió lentamente y se movió para levantarse.

-Voy a quitarme esto, quédate así por favor, no te muevas. 

Al poco ella escuchó sus pasos y le sintió de nuevo pegado a su espalda, su mano volvió a la vulva. 

-Déjame jugar un poco más, me encanta tocarte cuando estás así

-Hrrrrgggg… bueno, pero… eso debe estar como si me hubiera sentado sobre un postre de gelatina.

-Un símil acertado –le rugió ahogadamente en la nuca- y me encanta. 

Volvió a deslizar los dedos por los pliegues empapados y suaves. Escuchó algunas tímidas expresiones de protesta que pronto cambiaron a gemidos y continuaron hasta convertirse en nuevos jadeos, presionó sus labios y notó perfectamente cómo se cubrían de almíbar.

-Enciende alguna luz, a mí podría darme una descarga. –Hesperia alargó la mano y buscó en el cabecero, poco después, una pequeña luz les iluminaba desde un extremo de la cama, se giró hacia él, mientras Orlando seguía de costado, apoyado en su brazo izquierdo.

Se le ocurrió una idea.

-¿De qué película es esto? 

Sacó la mano y se deslizó el pulgar por los labios haciendo morritos.

Hesperia rió la ocurrencia.

-No me imaginaba que te gustaba la nouvelle vague y también te faltan labios para parecerte a Belmondo. Pero era fácil.

-Ya, y seguro que pronuncias el título mucho mejor que yo. ¿Y esto? ¿Lo reconoces? -deslizó el dedo indice por la mejilla de ella dibujando dos lineas en forma de arco una arriba y otra vertical…

Hesperia pensó un poco pero le llego la imagen de pronto.

-Ya lo sé. “Alien versus Depredador”. –rió- Las marcas que se hacían con la sangre del alíen muerto.

La boca de Orlando se acercó a besarla.

-Exacto. Y ahora, fíjate bien, te dejaré dos intentos. –se mojó los dedos de nuevo, compuso una expresión de pena, cercana al llanto, y se pasó los dedos por la cara desde la frente hasta cruzar la boca semiabierta. Después volvió con los dedos a sus labios y los lamió.

Ella le miraba impactada.

-¿No lo sabes?

-¿Cómo no iba a saberlo? Ha… sido… perfecto, lo has imitado con una exactitud que asusta. Me encanta Blade Runner…  y esa escena de Roy es preciosa.

Se dejó invadir por el halago, sabía que lo había dicho en serio, Hesperia era más dada a la franqueza que a la cortesía. Sus ojos se llenaron de gratitud al besarla de nuevo. 

-Sabía que no necesitarías los dos intentos. Dime algo… ¿qué película de las que he hecho te gusta más?

La escuchó suspirar mientras sonreía.

-“El Señor de los Anillos”, sin duda, la primera es perfecta, no hay forma de encontrarle fallos… es una locura de perfección: la historia, los diálogos, los decorados, todos los actores. Creo que es una de las mejores películas que se ha rodado. 

Otras de las que has rodado podían haber sido mejores, mejores diálogos, mejores historias, pero es normal, no deja de ser un trabajo y no todas pueden ser obras de arte. A veces había cosas inexplicables, como cuando vi en el cine “El Reino de los Cielos”, no entendía nada, parecía una burla lo que habían hecho con tu personaje, un Superman medieval, me decepcionó mucho a pesar de todo el dinero y los actores tan buenos, pero después la versión extendida me reconcilió con la película, se entiende mucho mejor tu personaje y todo lo que pasa. En “Troya”, estabas muy guapo como Paris, la película no estaba mal, el paisaje de Malta, el vestuario… pero no hay comparación, la mejor para mí es “La Compañía del Anillo”.

-¿Sabes que un actor sólo ve como pequeños destellos? A veces no tienes la más remota idea de lo que va a salir.

-Sí, eso he oído.

-Eliges, tienes que elegir… unas veces se acierta…

-No puedes quejarte de tus elecciones, has conseguido participar en unas cuantas de las películas más vistas y más taquilleras de la historia…

-Bueno… quizás… no sé, ¿crees que hubiera podido hacerlo mejor?

Ella le acercó para besarlo.

-Fuiste un joven soldado muy creíble en “Black Hawk Derribado”. …Y el pirata más guapo y más tierno de cuantos han poblado el celuloide. Me gustó mucho "El Buen Doctor", un ejemplo de película sencilla, de bajo presupuesto pero muy bien construida y muy desasosegante, ¡Estabas tan joven y con esa carita de bueno! Creo que no te has equivocado… y eres muy bueno… lo acabo de ver. –le besó de nuevo- Déjame salir, me gustaría ir a lavarme.

-De ninguna manera. –ella le miró algo sorprendida mientras notaba de nuevo su mano bajo las sábanas- Parece que las buenas críticas tienen el mismo efecto que la adrenalina… - le sonrió con cariño y empezó a besarla en el cuello.

-Lo que parece es que no vamos a dormir demasiado esta noche.