-Lila (Orlando fragmento)
Lila le recibió en su parte del castillo para hacerle el reconocimiento. Tenía una zona muy parecida a una consulta de hospital con bastantes aparatos, algunos que no conocía. Se sentó para que le sacara sangre y le tomó la tensión. Después le hizo tumbarse en una camilla para ponerle unos sensores y hacerle un electrocardiograma, le preguntó si le parecía necesario.
-No está de más.
Después le miró las pupilas, los oídos, los reflejos que le molestaron un poco por la intensidad de sus ultimas clases de artes marciales. Comprobó la espalda y la columna y le vio algunos moratones, sonrió girando la cabeza a ambos lados.
-Te han dado fuerte estas dos.
-Pues sí, ahora que me tocas por ahí me estoy dando cuenta de que duelen bastante… y debe haber varios.
-Te daré una crema para los golpes, póntela cada doce horas unos cuantos dias.
Fue hacia un armario y sacó una cajita con la pomada, la dejó sobre la mesa.
-Ya hemos terminado. Los resultados de los análisis los tendré mañana y según las demás pruebas gozas de una excelente salud.
-Lila hoy no me regalarás uno de tus maravillosos masajes?
Lila sonrió, hacía tiempo que no se lo pedía y además con las pruebas del duro entrenamiento que había visto, no pudo resistirse.
-¿Te gustaría uno diferente? No te tocaré la espalda ni las piernas, te descargaré un poco los hombros y te haré uno de reflexología.
-Eso es en el pies, ¿no?
-Efectivamente. Esa es la zona principal que se utiliza, aunque también hay estudios que sitúan puntos reflejos en el cuero cabelludo, las orejas, las manos etc. ¿Has visto la película La Linterna Roja de Zhang Yimou? -Orlando asintió- Yo la descubrí hace años en una semana de cine chino en mi ciudad y me encantó. Casi más porque yo me sentía como aquellas pobres mujeres encerradas y aisladas, teniendo que agradar a su amo y señor cada día, y compitiendo además entre ellas, casi de forma salvaje. En muchos sentidos vivir en un lugar pequeño es muy parecido.
Pues la escena del masaje de los pies, con los martillitos, creo que es lo único que hay relajante en la película -rió- me gustaba mucho y me producía placer sólo de pensar que me lo hicieran a mí. Mientras estudiaba Medicina intenté apuntarme a todos los seminarios y charlas de de medicina oriental que programaban y después, sobre todo en Nepal, estudié con algunos especialistas de reflexología y la utilizo bastante. Hoy te toca masaje de La Linterna Roja.
Orlando se sentó en la camilla entusiasmado. Recordaba esa escena y a él le había producido la misma sensación y deseo, aunque nunca lo había probado. Ella le hizo tumbarse de espalda para masajearle los hombros y un poco la zona lumbar, como le había dicho. Después le hizo cambiarse a un sillón. Este era articulado y con un mando le reclinó un poco la espalda y le subió las piernas hasta dejarlas casi a la altura de las caderas. Solamente en esa postura tal como estaba hecho, con las zonas duras y blandas repartidas con gran acierto ya se sintió relajado y cómodo. Respiró varias veces llenando el pecho.
-Empezamos con pranayama. Muy bien. ¿Haces yoga?
-No. -Le contestó el actor- Esto es sólo respiración de profunda felicidad, gracias a ti. Nunca he tenido mucho tiempo ni capacidad de relajarme.
-Pues eso va a cambiar. Pero no mezclemos todo, simplemente respira como quieras, respiración natural o profunda, y cierra los ojos.
Aunque en algún momento molestó algo más de lo razonable, consiguió entregarse al masaje y disfrutarlo como los demás. Sintió que por momentos se le iba la cabeza pero había golpes que le traían de vuelta, notando perfectamente los puntos más sensibles de las plantas de sus pies. Lila terminó con el martillito de madera y siguió con las manos, estirando los músculos y presionando con el pulgar los mismos puntos anteriores, Orlando disfrutó casi más esta parte, aunque como un buen picante, el martillo le había dejado con ganas de mas.
Orlando se incorporó y se acercó para darle un beso en la sien, pero siguió bajando hasta encontrarse con su labios que lo acogieron de buen grado.
-Nosotros aún no…
-Pues no, pero habrá que ponerle remedio -rió Lila entre los besos.- aunque sea después de haberte relajado tanto.
-No me importa.
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