12/29/2022

 


                                                        Orlando (fragmento)



5.

Orlando descansaba tumbado en la cama y mirando al techo. El paseo le había sentado muy bien, le había relajado estar afuera, había podido ver que el lugar era precioso y se perdía en la distancia sin verse los límites, tal como le habían dicho. 



Sonó un golpecito en la puerta y se abrió. Hesperia le traía la cena, fuera, el cielo comenzaba a tener tonalidades cenicientas, la chica encendió la luz y la ventana les reflejó.

-¿No tienes hambre?

-Empezaba a tener algo. Gracias.

-Mañana te llevaremos a conocer el castillo y comerás con todas nosotras, con las que están aquí. No estamos todas ahora.

-¿Están en alguna misión?

-Parte sí y otras están en sus otras vidas. No vivimos aquí entre trabajo y trabajo.

-¿Desapareces de tu vida para hacer estos trabajos?

-Más bien tengo una tapadera que puedo dejar para dedicarme a esto que me encanta.

-¿Y cual es tu tapadera?

-Más adelante te lo contaré. Cuando tenga más confianza.

-Genial. Yo debo ganarme tu confianza. ¿Llevas una doble vida, con familia y todo eso…?

-¡No! ¿Cómo iba a hacerlo? No es compatible con este trabajo. No, nosotras somos como los jedis, prohibidas las relaciones duraderas. Quizás eso explique un poco que le cobremos cariño a desconocidos.

-Eso iba a preguntarte, ¿cómo se puede tener afecto a alguien que no se conoce? Vosotras podéis ver mis entrevistas, mis películas… pero podría ser todo una fachada, yo podría ser un completo imbécil. Seguramente os he decepcionado, seguro que os parezco un cobarde.

-No ¿por qué?

-No he luchado, no he intentado escaparme.

-Eres listo. No lo habrías conseguido y lo has descartado. Has captado la situación. Has dudado muy poco de la información que te hemos dado.

-¿Y eso demuestra que soy listo?

-Sí. A pesar de que era inverosímil lo que te estaba ocurriendo, has tomado las decisiones correctas, esperar y encajar. Cualquier otra reacción hubiera sido torpe.

-Gracias, lo consideraré un halago. Dime una cosa ¿soy o no soy muy diferente a la imagen que tenías de mí?

-Es curioso pero no lo he pensado todavía. Aún no es posible que te comportes tal como eres, no es como si nos hubiera presentado un amigo en una fiesta. Pero pensándolo, te diré que por ahora, no hay nada que me haya extrañado o decepcionado. Y tampoco a las chicas por lo que han dicho.

Hesperia comenzó a andar hacia la puerta.

-No te vayas.

Ella se paró y se volvió a mirarle. Orlando tenía un gesto serio.

-Ese afecto que me habéis cobrado siguiendo mi carrera, esa predilección por mí ¿qué es exactamente?¿incluye también el deseo?

-¿El deseo?

-Quiero saber hasta dónde queréis llegar. Me habéis secuestrado, habéis vuelto mi vida del revés, iba a casarme dentro de quince días, y me habéis traído aquí, en mitad de la nada, narcotizado. Cuando pienso en todo eso, siento una gran ira recorriendo mi cuerpo. De verdad. Siento un gran enfado por la impotencia frente a esta situación. Sé que os habéis mostrado amables, quizá también eso me cabrea. Y esa ira… me… hace tener unas sensaciones muy fuertes y contradictorias.

Y no sé por qué maldita cosa, pero esa ira me excita. Quiero saber ya que me encuentro aquí, impotente en esta situación, si puedo empezar a desahogar esta ira contigo.

Hesperia le miraba sorprendida. Orlando caminó y se quedó junto a ella. 

- …perdona… yo… no me imaginaba… no esperaba…  que te sentías… así…

-Joder, te he hecho balbucear. Juraría que no te pasaba desde hace años. Sabíais que me gustan las emociones fuertes, lo que quizás no sepáis es que la adrenalina me provoca otros efectos colaterales. 

-Ah…

-¿Sabes qué es lo que me gustaría hacer ahora?

-No… 

-Me gustaría inclinarte sobre la cama y penetrarte a empellones hasta que no me queden fuerzas.

Hubo un momento de silencio.

-En fin, por tu forma de mirarme, supongo que nunca habrías imaginado que iba a decirte eso.

-Lamento… que…  espero… que… nos podrás perdonar…

Ella fue a moverse, pero Orlando la sujetó por los brazos.

-Espera. Lo que te dicho ha sido muy grosero. Algunas veces soy así, un salvaje lascivo y soez, eso supongo que no lo sabías. No soy ningún caballero inglés y menos con en situaciones estresantes. Pero me gustaría saberlo ¿realmente, como admiradora me deseas? ¿Has imaginado alguna vez cómo sería? ¿Cómo te tocaría?

Ella volvió a hacer un amago de volverse y él la sujetó aún más fuerte. Le pasó un brazo por detrás y la mantuvo sujeta por la cintura. La otra mano fue al pantalón, y consiguió introducirse dentro, bajó recorriendo su vientre, sintiendo que ella estaba muy tensa, pero no había un claro rechazo tampoco. Empezó a tocarla y esta vez él fue el sorprendido.

-¡Vaya! Te ha gustado imaginártelo. Fíjate. Nos parecemos Hesperia, la adrenalina tiene sobre ti el mismo efecto.

Hesperia reaccionó por fin.

-¡Ya está bien! –le tiró con brusquedad del brazo y lo sacó de su pantalón. Estaba respirando agitada. Quería recuperar el control, ¿Qué había pasado? ¿Cómo había dejado que la situación se le escapara? Empezó a caminar hacia atrás, hacia la puerta. Movió el picaporte mientras lo miraba. Orlando desvió su mirada hacia el ventanal.

-Lo siento, discúlpame. Ha sido un desahogo. Después de todo lo que ha sucedido hoy, entenderás que estoy fuera de mis casillas.

Hesperia abrió la puerta y le contestó saliendo.

-No, yo lo siento. Te comprendo… comprendo como te sientes.


Transcurrieron unos diez minutos y la puerta volvió a abrirse.

-No estoy acostumbrada a quedarme sin palabras. Me bloquée… necesitaba unos minutos para reaccionar, no me lo esperaba. Esto sí que no lo esperaba.

Me has preguntado si se incluye el deseo en la inclinación por alguien famoso que admiras. En tu caso, existe, por supuesto. Me atrevería a decir que todas nosotras lo sentimos. No esperaba esa reacción y me has cogido a contrapié, me has desconcertado. Aunque… has podido comprobar que no me has resultado desagradable a pesar de tu rudeza. 

Bueno Orlando, aquí estoy. He apagado las cámaras. Si necesitas descargar tu ira, si aún deseas hacerlo, puedes descargarla conmigo, yo estoy dispuesta a recibirla.

Orlando se acercó a ella de nuevo.

-Ahora soy yo quien se ha quedado sin palabras. –la sujetó y empezó a morderle en el cuello- Las cámaras… has ido a apagar las cámaras… ¿las otras nos estaban viendo?

-Espero que no, creo… que están cenando. Cuando vuelva… borraré nuestra  conversación. 

Siguió recorriendo su cuello, a medias entre la suavidad de rozarla con los labios y a veces apretándola más, incluso ella notó sus dientes en algunos momentos, mientras le musitaba al oído palabras y trozos de frases.

-Me estabais vigilando… espero que no tengáis… cámaras en el baño.

-No, -jadeó una risa- no somos tan retorcidas, sólo tenemos un sensor de calor. –La respiración de Hesperia comenzaba a agitarse de nuevo- Sólo para saber si estás allí… nada más.

-Así… que has apagado las cámaras… ¿Cuándo… has decidido… aceptar?

-No estoy segura… quizás cuando cerré la puerta… no… lo recuerdo…

12/19/2022

 



                                                            Orlando (fragmento)

        -¿Sabes que he estado deprimido por algo que decía Woody Allen y es completamente falso? 

        -¿Qué decía?

        -En la película “Sueños de un seductor” su personaje que tiene 28 años dice que hace diez años que ha pasado su momento de mayor potencia sexual. He podido comprobar, precisamente hace poco -sonrío pícaro- que es falso. –Green le miró divertida.- Y a propósito, estos pijamas tuyos son muy eróticos.

        Green se echó a reír a carcajadas.

        -En serio me encanta quitar tantos botones y ver cómo asoma un cuerpo que con él puesto no se podría imaginar en absoluto.

        -Con tu cinismo y tu sentido del humor, no entiendo por qué no haces comedias.

        -¿Quieres saberlo?

        -Sí.

        -Porque no me las proponen. No me han propuesto ni un proyecto que no fuera idiota. Aparte del episodio de “Extras” que me encantó y me divirtió un montón hacerlo, todo lo demás que me han enviado me parece basura. Me encantaría, una como esas primeras de Allen, como “Bananas” o algo así, mucho diálogo satírico, o como “Con faldas y a lo loco”, una comedia así es irrepetible. ¿Crees que estaría bien travestido?

        Green le miró ávidamente arriba y abajo.

        -Estarías guapísima. Puedes hacerlo aquí para probar, si quieres. Lalaith te maquillaría. Podrías explorar tu lado femenino, ¿no se dice eso? 

        -¿Es sarcasmo o lo estás diciendo en serio?

        -Al principio no lo decía en serio pero ¿por qué no? ¿Nunca te has vestido de mujer?

        -No.

        -Tienes unas facciones muy suaves, estas delgado, creo que el resultado sería bastante femenino. Para un hombre debe ser una experiencia fuerte mirarse a un espejo y verse mujer, como saltar por encima de una prohibición ancestral. 

        -Quizá debería hacerlo. Te aseguro que no tengo claro si sentiría repulsión o atracción hacia esa mujer. 

        Green le seguía observando fijamente.

        -Creo que yo no sentiría ninguna repulsión al verte como mujer. Quizás deberíamos hacer una fiesta de travestidos.


        Nada más cruzar la puerta la invadió una oleada de calor húmedo, incluso había una ligera neblina de vapor en suspensión. Orlando había llenado la bañera y sobre el agua había, como un gigantesco capuccino, una espesa nube de espuma de la que emanaba un delicado perfume. 

Orlando caminó hacia ella y con una media sonrisa entre gusto y complicidad, empezó a abrirle la blusa soltando los botones uno a uno bastante despacio, terminó y la deslizó primero descubriéndole un hombro. Se acercó para besarlo y fue dejándole muchos besos húmedos desde allí hasta el cuello, poco después acabó de quitarle el resto y la tomó de la mano para que entrara en la bañera y se sentara. Con cuidado se colocó detrás de ella, apoyó la espalda y atrajo a Green, sentada en medio de sus piernas, hasta que la espalda de ella estuvo pegada a su pecho y la cabeza descansaba relajadamente bajo su cuello. Green cerró los ojos, la sensación de placer era demasiado intensa, su respiración se relajó y se dejó mimar. Orlando le deslizó la mano mojada sobre el pelo varias veces, desde la frente hacia atrás, después tomó un poco de espuma en la mano y la fue dejando sobre los senos de ella que sobresalían del agua. No se quedó conforme con cubrirlos de la espuma blanca y se dedicó a hacer dibujos con un dedo, unas veces círculos concéntricos, otras, líneas onduladas que desde fuera terminaban al lado del pezón. Miraba el dibujo y volvía a cubrirlos para empezar de nuevo. Green acogía las caricias con leves murmullos de gusto. No había prisa, esa idea dominaba en la mente de los dos, podían quedarse allí todo el tiempo que les apeteciera.

Green alzó un brazo despacio y lo llevó atrás, su mano recubrió la nuca de Orlando y le estuvo acariciando, giró un poco el cuerpo para encontrarse con los labios de él y notó algo sorprendida que, en contraste con el agua de la bañera, estaban fríos. Se los calentó a fuerza de besos cada vez más apasionados y volvió al poco a su primera posición. Se dejó de nuevo acariciar por él, no quería que terminara tan pronto el baño, se sentía tan cómoda entre sus brazos que no había por qué precipitar nada, aunque el final de su espalda había comenzado a sentir algún movimiento involuntario de cierta parte del actor. 

-¿Una fiesta de travestidos? Hummm… no estaría mal. –le dijo Orlando entre susurros mientras le besaba la sien- ¿Qué tipo de hombre serías tú? ¿Cómo te disfrazarías?

-No sé… es mejor que tú no lo sepas y que sea una sorpresa. Podríamos disfrazarnos como tus personajes, un elfo, un pirata, un cruzado… 

-¡Oh no! Y seguro que me obligáis a besaros. –dijo con un tono de falso lamento- No sólo tendré que besaros como hombres, sino que además esos tíos serán copias de mí mismo. Es demasiado terrible.

Green rió de la reflexión.

-Por supuesto que te obligaremos a besarnos. Me excita pensarlo –giró la cabeza hacia atrás de nuevo buscando los labios de Orlando, esta vez jugueteó más con ellos reteniéndolos entre los suyos con distintas presiones y pasó la lengua fuera recorriéndolos de un lado a otro y dentro, entre los labios y los dientes. Orlando parecía disfrutar del juego y la dejaba hacer, sin tomar parte activa aunque Green comenzó a notar de nuevo, como bajo el agua, su miembro sí que parecía reaccionar. Esta vez fue él quien paró, se separó un poco y le besó la frente, ella volvió a recostarse sobre el pecho y puso la mano derecha sobre el antebrazo izquierdo de Orlando que estaba rodeándola.