33.- Hesperia (Orlando fragmento)
La última noche antes del viaje a China, Orlando tardó en acostarse, estuvo mirando y colocando de nuevo su pasaporte falsificado al lado de sus nuevas gafas, su equipaje de mano… todo estaba preparado sobre la mesa, lo movió de nuevo para que estuvieran perfectamente alineados, fue al baño y dio una vuelta por si hubiera olvidado algo, paseó por la habitación, cogió La Ilíada, se la llevó a la cama y se tumbó, tardó casi diez minutos antes de dejar el libro en la mesilla, había leído veinte veces la misma línea sin llegar a enterarse de quien hablaba. Se estiró, se giró, se puso boca abajo, cogió los auriculares y escuchó un rato a Buckley, la música consiguió relajarlo y le hizo dormir un par de horas.
Despertó con facilidad del sueño ligero, se notó descansado, fresco y totalmente desvelado. Demasiada adrenalina… y un problema a resolver, sólo… o en compañía… sonrió, decidió que iría de excursión. Cogió algo para cubrirse y se encaminó por el pasillo un par de puertas más abajo. La dueña descansaba ajena a todo el maremagnum que les esperaba por la mañana y que acosaba ferozmente a su agente libre. Hesperia dormía con la placidez de alguien a mitad de unas vacaciones, estaba girada hacia la pared y además de la almohada para la cabeza, tenía otra colocada a lo largo de su cuerpo sobre la que descansaba el brazo y la pierna derecha.
-Perfecto –pensó Orlando que conocía esa costumbre.
Ella le había le había dicho varias veces que podía venir y despertarla alguna noche, que le parecía muy erótico, aunque aún no lo había hecho. Se acercó a la cama, se quitó la bata y se fue metiendo bajo las sábanas con todo el sigilo que le fue posible para no despertarla. Profundamente dormida, en sueños, acusó el contacto arqueando la espalda y pegando el trasero ligeramente al infiltrado. El estímulo fue fuerte, como una descarga, respiró hondo en silencio para contenerse, un poco después deslizó su mano hacia la pierna de ella que descansaba encima de la almohada extra y extendió la palma abierta en el muslo, cerca de la rodilla, la acarició muy despacio en dirección a él, bajó en un momento dado y siguió la caricia por la parte interna del muslo, la piel era suave y fina. Su contacto y su olor sumado a la excitación que ya experimentaba, le hacían tener que duplicar la concentración. Su mano siguió recorriendo centímetros lentamente y se encontró al poco en una amplia curva después de la cual tocó la camisola de seda que llevaba puesta únicamente.
–Perfecto de nuevo.
Extremó la delicadeza en sus dedos para tocarla bajo la curva, el camisón de seda, en el sueño, se había replegado hasta terrenos más septentrionales, lo cual facilitaba muchísimo su incursión. Quería que la caricia fuera muy suave, llegó hasta los labios y reconoció el terreno, con cuidado, pasó los dedos a lo largo de la vulva, investigando sus pliegues. No parecía que el contacto fuera a despertarla, así que decidió ir un poco más lejos, se mojó los dedos con saliva y bajó de nuevo, dejó que su dedo índice recorriera el filo de los montes, bajando de vez en cuando a las trincheras húmedas. Esta vez la durmiente sí acusó la caricia, presionó con la pierna sobre la almohada mientras suspiraba en sueños. Aprovechó para colocar su dedo sobre los labios internos y lo dejó quieto oprimiéndolos levemente como si formara parte del mismo movimiento de su dueña. Al poco, ella aflojaba la presión del muslo sobre la almohada y su respiración volvía a ser lenta y rítmica, esperó un poco más, y volvió al mismo juego de antes. Esta vez cubrió también de abundante saliva la entrada de la vagina y con el mismo sigilo, uno de sus dedos se dispuso a entrar. Los ejercicios que le habían enseñado conseguían que cualquier parte de su cuerpo se moviera con esa lentitud y sutileza, avanzando por milímetros, se había propuesto no despertarla hasta bastante más avanzada su invasión y empezaba a confiar en que iba a conseguirlo. La operación Insomnio en la Selva estaba cerca de completarse con exito, rió en silencio por el horrible nombre que se había inventado.
Dejó uno de sus dedos dentro mientras los demás seguían acariciando la superficie exterior. Ella volvió a pegarle la grupa y su miembro se colocó entre los dos hemisferios. De forma instintiva, al notarlo allí, la durmiente se arqueó de nuevo y se frotó con él, Orlando tuvo que hacer un gran esfuerzo de concentración para desviar su mente del apéndice que empezaba a sentir más duro de lo que deseaba e intentar que se relajara sin mucho éxito. Volvió a a tocarla, esta vez ahondando más entre los labios y buscando que la excitación bajara sus defensas y facilitara la ocupación. Hesperia se removió varias veces aunque con movimientos cortos y sin cambiar de postura. Ya no esperó más, a oscuras y a tientas se colocó el preservativo, recorrió con los dedos de nuevo la parte interior de su muslo dulce, hasta llegar a la entrada, sujetó su pene allí y respiró en silencio profundamente, sus riñones presionaron y empezó la incursión, como un ariete que penetrara por fin por las puertas esceas de Troya, consiguió que su miembro fuera apenas avanzando, pulgada a pulgada, un ariete aqueo que triunfante, conseguía derribar las defensas troyanas…
De pronto notó la mano de Hesperia, algo alterada le palpó recorriendo su trasero y su espalda.
-… eh… ¿qué… ¿quién… ¡Orlando!... eres tú…
-Buenas noches, ¿puedo pasar? – La agitación de su respiración duró apenas unos segundos, después la sintió sonreír en la oscuridad.
-Normal… -bostezó ligeramente- mente, eso se pregunta antes de entrar.
- …mmm… sí. –le dio un beso en el hombro- Pero… no quería despertarte.
-No sé por qué me cuesta creerlo. –Se movió, haciendo que la penetración avanzase un poco más, su mano fue de nuevo al trasero de él para apretarle contra ella.
-No, no, espera, no corras tanto. Estoy practicando los ejercicios tao con él. Ya ves que he conseguido que se mueva milimétricamente, ¿crees que puede haber más concentración y precisión?
Escuchó como ella reía.
-Está bien –aflojó un poco su cuerpo- ¿No podías dormir? ¿Estás nervioso?
-Supongo que es eso, de pronto me he encontrado despierto y no sentía que el sueño iba a volver. No tengo miedo, pero creo que un poco de responsabilidad sí, no quiero fallar –sus riñones empujaron algo al pene y ella suspiró.
-No vas a fallar.
-Gracias por tu confianza, yo… hemos entrenado muy duro… todo… creo que va a ir bien. Quizá lo que me tiene despierto, es… la adrenalina.
-¡Ah! Es cierto, ¿cómo no me había acordado? Fue precisamente tu adrenalina la que nos hizo… -enfatizó la palabra- pro-fun-di-zar… en nuestra amistad, aquella primera vez. –Hesperia notó cómo se endurecía el pene y se impulsaba algo más dentro de ella. -¿Y eso? ¿Pierdes concentración?
-Eres una malvada –la escuchó reír de nuevo- me has hecho recordarlo… la imagen se presentó muy fuerte, ¿así que profundizar?... ya te lo devolveré.
-Casi era la misma postura… yo estaba inclinada sobre…
Esta vez notó la cara de él pegarse en su espalda, sintió sus ojos cerrados, mientras el cuerpo de ella se agitaba intentando evitar que saliese la risa que la recorría. En ese momento Orlando abrió algo más la boca sobre su piel y los dientes ligeramente se hundieron en la carne, lo hizo unos segundos hasta recuperar la concentración y volver a calmar su pene, pero la vagina se cerró apretándole dentro y de nuevo le obligó a otro esfuerzo heroico para detener lo que comenzaba a ser una reacción nuclear en cadena.
-Lo siento. –le dijo al separar la boca de su piel.
Ahora ella jadeaba rítmicamente.
-Muérdeme más fuerte.
Esperó unos segundos mientras la escuchaba. El sonido de su jadeos le deleitaba. Muy suave se escuchó acompañándola en ellos, exhalando el aire sobre su espalda. La mordió de nuevo.
-Más fuerte… un poco más…
-Como tú quieras -dejó que la inteligencia militar viajara hasta la base inferior, siguió jadeando al mismo ritmo que ella, y obedeció, volvió a clavarle los dientes, la escuchó gritar mientras las contracciones en la vagina le indicaban claramente que se estaba corriendo, colocó sus dedos en los lugares sagrados y no le consintió relajarse, mientras la acariciaba, su miembro seguía moviéndose y acusando los espasmos del interior, sus dientes buscaron otro lugar, cerca, para hundirse de nuevo, y su miembro, cada vez más excitado, buscaba, de forma irracional, ahondar más en el cuerpo y ella respondía pegándose a él con el mismo objetivo. En una de las últimas contracciones de un orgasmo de Hesperia se corrió gimiendo con ella.
Cuando recuperó el aliento salió lentamente y se movió para levantarse.
-Voy a quitarme esto, quédate así por favor, no te muevas.
Al poco ella escuchó sus pasos y le sintió de nuevo pegado a su espalda, su mano volvió a la vulva.
-Déjame jugar un poco más, me encanta tocarte cuando estás así
-Hrrrrgggg… bueno, pero… eso debe estar como si me hubiera sentado sobre un postre de gelatina.
-Un símil acertado –le rugió ahogadamente en la nuca- y me encanta.
Volvió a deslizar los dedos por los pliegues empapados y suaves. Escuchó algunas tímidas expresiones de protesta que pronto cambiaron a gemidos y continuaron hasta convertirse en nuevos jadeos, presionó sus labios y notó perfectamente cómo se cubrían de almíbar.
-Enciende alguna luz, a mí podría darme una descarga. –Hesperia alargó la mano y buscó en el cabecero, poco después, una pequeña luz les iluminaba desde un extremo de la cama, se giró hacia él, mientras Orlando seguía de costado, apoyado en su brazo izquierdo.
Se le ocurrió una idea.
-¿De qué película es esto?
Sacó la mano y se deslizó el pulgar por los labios haciendo morritos.
Hesperia rió la ocurrencia.
-No me imaginaba que te gustaba la nouvelle vague y también te faltan labios para parecerte a Belmondo. Pero era fácil.
-Ya, y seguro que pronuncias el título mucho mejor que yo. ¿Y esto? ¿Lo reconoces? -deslizó el dedo indice por la mejilla de ella dibujando dos lineas en forma de arco una arriba y otra vertical…
Hesperia pensó un poco pero le llego la imagen de pronto.
-Ya lo sé. “Alien versus Depredador”. –rió- Las marcas que se hacían con la sangre del alíen muerto.
La boca de Orlando se acercó a besarla.
-Exacto. Y ahora, fíjate bien, te dejaré dos intentos. –se mojó los dedos de nuevo, compuso una expresión de pena, cercana al llanto, y se pasó los dedos por la cara desde la frente hasta cruzar la boca semiabierta. Después volvió con los dedos a sus labios y los lamió.
Ella le miraba impactada.
-¿No lo sabes?
-¿Cómo no iba a saberlo? Ha… sido… perfecto, lo has imitado con una exactitud que asusta. Me encanta Blade Runner… y esa escena de Roy es preciosa.
Se dejó invadir por el halago, sabía que lo había dicho en serio, Hesperia era más dada a la franqueza que a la cortesía. Sus ojos se llenaron de gratitud al besarla de nuevo.
-Sabía que no necesitarías los dos intentos. Dime algo… ¿qué película de las que he hecho te gusta más?
La escuchó suspirar mientras sonreía.
-“El Señor de los Anillos”, sin duda, la primera es perfecta, no hay forma de encontrarle fallos… es una locura de perfección: la historia, los diálogos, los decorados, todos los actores. Creo que es una de las mejores películas que se ha rodado.
Otras de las que has rodado podían haber sido mejores, mejores diálogos, mejores historias, pero es normal, no deja de ser un trabajo y no todas pueden ser obras de arte. A veces había cosas inexplicables, como cuando vi en el cine “El Reino de los Cielos”, no entendía nada, parecía una burla lo que habían hecho con tu personaje, un Superman medieval, me decepcionó mucho a pesar de todo el dinero y los actores tan buenos, pero después la versión extendida me reconcilió con la película, se entiende mucho mejor tu personaje y todo lo que pasa. En “Troya”, estabas muy guapo como Paris, la película no estaba mal, el paisaje de Malta, el vestuario… pero no hay comparación, la mejor para mí es “La Compañía del Anillo”.
-¿Sabes que un actor sólo ve como pequeños destellos? A veces no tienes la más remota idea de lo que va a salir.
-Sí, eso he oído.
-Eliges, tienes que elegir… unas veces se acierta…
-No puedes quejarte de tus elecciones, has conseguido participar en unas cuantas de las películas más vistas y más taquilleras de la historia…
-Bueno… quizás… no sé, ¿crees que hubiera podido hacerlo mejor?
Ella le acercó para besarlo.
-Fuiste un joven soldado muy creíble en “Black Hawk Derribado”. …Y el pirata más guapo y más tierno de cuantos han poblado el celuloide. Me gustó mucho "El Buen Doctor", un ejemplo de película sencilla, de bajo presupuesto pero muy bien construida y muy desasosegante, ¡Estabas tan joven y con esa carita de bueno! Creo que no te has equivocado… y eres muy bueno… lo acabo de ver. –le besó de nuevo- Déjame salir, me gustaría ir a lavarme.
-De ninguna manera. –ella le miró algo sorprendida mientras notaba de nuevo su mano bajo las sábanas- Parece que las buenas críticas tienen el mismo efecto que la adrenalina… - le sonrió con cariño y empezó a besarla en el cuello.
-Lo que parece es que no vamos a dormir demasiado esta noche.